jueves, 31 de julio de 2008

Necesidad de repetición

Otro fragmento de un capítulo de mi tesis, ahora acerca de la necesidad que todos tenemos de repetir las cosas. Además, esta teoría explicaría porqué nos gustan tanto los clichés en la literatura (entre otras formas de expresión).


Freud fue el primero en analizar a profundidad esta “compulsión a la repetición”, como fenómeno psíquico. Por un lado, lo interpretó como una necesidad del individuo por arreglar las variaciones de un mismo tema que no ha podido superar o entender empáticamente. La repetición sería un intento por manejar una situación traumática para él, por dominarla (Erikson, 1950: 216). En este sentido, la repetición poseería un elemento bastante positivo. Sin embargo, por otro lado, la repetición sería una expresión de Tánatos, el impulso de muerte. El objetivo del instinto tanático, según la teoría freudiana, sería retornar a una condición psíquica previa, de manera que la repetición levante la represión del pasado y reduzca la ansiedad y la tensión (Hillman, 1999:65). El resultado es un estado de atemporalidad, puesto que se ciega el carácter futuro de la situación. Es un mecanismo engañoso, que busca el alivio de toda tensión mediante la pasividad pura, o, en otras palabras, la muerte. Es por eso que Freud equiparó a Tánatos con el estado de Nirvana.

Como se puede ver, la teoría freudiana entiende la repetición como un choque de opuestos, Eros contra Tánatos. La repetición tiene elementos tanto vitales como de muerte. La teoría misma de Freud representa, per se, esta lucha, como evidencian las múltiples revisiones que el gran psiquiatra dio a su teoría de la libido y de las pulsiones (Frattaroli, 1995). Sin embargo, las ideas de Freud son famosas por su frecuente tono pesimista. Por su parte, un importante y original psicólogo posjunguiano, James Hillman (1999:66), se centra en el lado más positivo de la repetición:

"Hay una fuerza de vida en la narración aparte de cualquier impulso de muerte en el narrador. Una vez que este contenido energético es poetizado en una historia, cuenta algo que debe ser dicho aparte de la persona del narrador, algo que ciertamente niega el paso del tiempo y hace que la vida del alma continúe. Ése es, quizás, el mensaje central de Scheherazada. La vitalidad de su historia hizo que su vida continuara simplemente por medio de otro capítulo que nunca concluye."

Jung describió el arquetipo del niño como el carácter preconsciente del alma colectiva humana, el cual cumple con una función pretérita. Basado, en parte, en las ideas de Jung, Mircea Eliade llegó a teorizar que uno de los rasgos más característicos del hombre primitivo precisamente es la huida y el rechazo al tiempo. Eliade también tendía a ver esta actitud de una manera básicamente positiva*. La repetición, como es posible ver, es una parte constitutiva de la psique humana, la cual –aunque posee una cara negativa, en la forma de compulsiones– ha servido como medio indispensable para erigir defensas funcionales que pueden impulsar cambios positivos.

Esto, por supuesto, también resulta cierto para la literatura. Como lector, un niño en su infancia tardía no necesita tanto de historias muy estéticamente elaboradas, sino del tipo más simple de ficción: relatos de “aventuras” que le muestren una figura de identificación aceptable, que pongan énfasis en la acción y el diálogo, que lo ayuden a comprender la realidad que lo rodea (especialmente la del mundo adulto) con sus múltiples conflictos, pero que, a la vez, lo reconforten y le den la seguridad de que todo problema puede ser superado (Appleyard, 1991:63).

Lecturas de este tipo pueden ser muy útiles para el desarrollo anímico y cognitivo del niño. Pero no sólo los niños se benefician de las historias repetitivas. Según Joseph A. Appleyard (1991:164 y sig.), los lectores adultos maduros también saben disfrutar de una lectura “formulaica” y de escape. Incluso aquellos bien instruidos en literatura, a veces tienen la necesidad de leer algo simple. En determinados momentos, leer una obra exigente, formalmente complicada, con perspectivas irónicas y finales abiertos, podría desgastarlos emocionalmente, ya que todo esto hace que los problemas con que lidia la obra parezcan ser tan intratables como los de la vida de los lectores:

"Si la lectura adictiva de romance es del todo útil en términos de desarrollo, podría serlo como un plano donde el lector puede descansar de las exigencias de tipos de lectura más retadores. Quizás, también, repetir habitualmente las convenciones del romance no siempre las desgasta, sino que hace que el control arquetípico de los miedos y deseos que expresan, y las soluciones deseables que representan, sean más penetrantes; y esta experiencia, de alguna manera, prepara a un lector para cambios que sucederán después." (Appleyard, 1991:171)


*Mircea Eliade desarrolló esta característica de las llamadas sociedades primitivas; puso hincapié, desde su perspectiva filosófica-antropológica, en el rechazo, incluso terror, que las comunidades primitivas sienten por la historia. La repetición ritual, que equivale a una recreación del acto cosmogónico, mantenía al hombre primitivo alejado de una consciencia histórica. De esa manera, le era más fácil soportar el peso de las calamidades y el sufrimiento. Cuando un acontecimiento que provoca sufrimiento es tomado como hecho histórico, no es posible asignarle una significación inherente. Una inundación, un terremoto, una sequía o una tormenta devastadora son vistas como simples acontecimientos azarosos, absurdos, sin sentido alguno. Pero cuando el brujo o chamán encuentra una causa para los desastres –crímenes, demonios, karma, hechicería, etcétera–, entonces las calamidades adquieren un sentido y se vuelven más soportables (Eliade, 1949:110-111). La valoración que Eliade dio a esta actitud fue bastante clara: “No hemos de decidir si tales motivos eran o no pueriles, o si semejante rechazo de la historia resultaba siempre eficaz. Un solo hecho cuenta, en nuestra opinión: que gracias a ese parecer decenas de millones de hombres han podido tolerar, durante siglos, grandes presiones históricas sin desesperar, sin suicidarse o caer en la sequedad espiritual que siempre acarrea consigo una visión relativista o nihilista de la historia.” (1949:169)

Para que el hombre fuera capaz de “soportar” y aceptar el peso de la historia, primero debía fortalecer debidamente su consciencia, su ego. Debía separarse del instinto. Fue mediante este proceso gradual que surgieron las primeras grandes civilizaciones (Mesopotamia, China, Egipto, Grecia), las cuales compartían la característica de poseer una amplia conciencia del tiempo histórico.


Bibliografía:

Appleyard, J.A.
1991 Becoming a Reader. The Experience of Fiction from Childhood to Adulthood. Cambridge, Cambridge University Press.

Eliade, Mircea
1949 El mito del eterno retorno. Buenos Aires, Emecé: 2001.

Erikson, Erik
1950 Childhood and Society. New York, Norton & Company: 1993.

Frattaroli, Elio J.
1996 “Mi ánima y yo: a través del oscuro espejo de la interfaz junguiana/freudiana”, en Polly Young-Eisendrath y Terence Dawson (editoras). Introducción a Jung. Cambridge, Cambridge University Press: 1999.

Hillman, James
1999 The Force of Character and the Lasting Life. New York, Ballantine Books.

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