martes, 30 de septiembre de 2008

Adamsberg

Uno de mis héroes de novela favoritos es el comisario Adamsberg, protagonista de una serie de Fred Vargas. Siempre me han gustado mucho las novelas policiacas, pero -tanto como me agradan las historias de Sherlock Holmes- tiendo más hacia lo noire, con personajes más complejos y humanos, ambivalentes, sufridos, locos, no tan cerebrales como los clásicos de Poe y Conan Doyle. Prefiero que la trama vaya más allá de la mera resolución del misterio, que se centre en la vida y el mundo de los personajes, pero sin que tampoco se enfoque demasiado en el lado sociológico. En ese sentido, las obras de Fred Vargas son casi excelsas. Ella realmente sabe construir y desarrollar a sus personajes, y de todos ellos, sin duda su favorito es Jean-Baptiste Adamsberg, quien ha protagonizado la mayoría de sus obras.

Adamsberg es un tipo de mediana edad y apariencia totalmente promedio, por quien nadie daría un cacahuate a primera vista. Siempre lleva un aire abstraído, como muy sumido en sus propios pensamientos y, sin embargo, en todo momento está atento a lo que ocurre a su alrededor, si bien no en un plano demasiado consciente. Lo llaman el "intuitivo desordenado" y, en verdad, la comisaría que preside es la más laxa de todas; no obstante, es la que más crímenes resuelve. El método de Adamsberg no es un método del todo; basta con que un detalle le llame la atención -por banal, vago e insignificante que parezca-, para que tosudamente le siga la pista hasta el final.

Por supuesto, eso le ocasiona un sinfín de problemas, tanto con sus superiores, como con sus subordinados y autoridades de otras partes. Su comisaría se divide entre los "positivistas" y los "paleadores de nubes". Los primeros son los escépticos que desconfían de las teorías de Adamsberg (lo cual normalmente no impide que las investiguen), y los segundos (que siempre son los menos) defienden al comisario lealmente, incluso si llegan a dudar de lo que hace y piensan que ya se deschabetó. En cualquier caso, a Adamsberg, aunque no es ningún tonto, frecuentemente le cuesta ordenar sus ideas, y para eso tiene a su fiel amigo, el capitán Danglard, un alcohólico divorciado con una mente privilegiada, de conocimientos enciclopédicos y sumamente sesudo en lo que hace. Igualmente, tiene de su lado a la teniente Violette Retancourt, una mujer gorda y enorme, "polivalente", que puede hacer trabajos e investigaciones de lo más variados, siempre impecablemente. La verdad es que, sin esos dos, Adamsberg estaría perdido.

Algunos describen las técnicas de Adamsberg como "Zen", pero yo creo que eso es errado. Por poner un ejemplo, la aplicación de un método Zen en una investigación criminal sería algo similar a lo que el agente Cooper hizo una vez en Twin Peaks. Él colocó varias botellas sobre unos troncos; cada una de ellas representaba un sospechoso. Se puso a una cierta distancia de ellas y comenzó a arrojarles piedras. Según los resultados que obtuviera en sus tiros, él continuaba su investigación, es decir, le seguía la pista más cercanamente a aquellos sospechos cuyas respectivas botellas alcanzó a tirar o estuvo cerca de hacerlo. Claro, Cooper se "dejaba llevar" al momento de hacer los tiros, no se esforzaba por atinarle a un cierto blanco, sino simplemente relajaba su cuerpo y dejaba que actuara mediante movimientos instuitivos. Así, a través de una mezcla de intuición (conocimientos ocultos inconscientes) y sincronicidad (coincidencias significativas), el procedía a hacer su investigación.

A eso sí se le puede llamar método, o técnica. Pero Adamsberg no utiliza nada parecido; él simplemente se deja guiar por su intuición cruda. Una vez que ha logrado reunir un montón de pistas -que a veces no parecen tener sentido-, consulta a Danglard, o a alguna otra persona de confianza, cuyas interpretaciones (normalmente de piezas aisladas) lo iluminan y le revelan el sentido global de la situación. Eso es lo que Adamsberg hace: encuentra las conexiones con el todo, como si fuera un antiguo pensador chino.

Pero Adamsberg no es ningún superhombre. No pocas veces se ha equivocado, y de hecho, en cierta manera, una vez fue derrotado por su peor oponente, el asesino del Tridente, quien lo manipuló como si fuera un muñeco de trapo, y estuvo a punto de encerrarlo en la cárcel y hacer que cometiera suicidio. Por otro lado, la vida personal de Adamsberg es un desastre. Él es una persona enteramente dedicada a su trabajo, y le presta muy poca atención a su amante Camille, con quien tuvo un hijo (y al principio ni sabía que era suyo). Adamsberg no siempre le ha sido fiel, ni Camille a él, llegando incluso a acostarse con uno de los subordinados del comisario.

No estoy seguro de qué es lo que pueda pasar por la cabeza de Adamsberg. Es un tipo de lo más excéntrico. No le importa lo que los demás piensen de él, de sus investigaciones sin demasiado fundamento tangible, o de sus conversaciones crípticas, que a veces ni él parece saber muy bien de que tratan. Es bastante inteligente, pero las mayoría de las veces no aparenta estar muy consciente de lo que hace. Particularmente en su vida personal, es reincidente en los conflictos y mantiene una ambivalencia muy torpe: se acerca y se aleja de Camille, ama a su hijo pero no se da demasiado tiempo para atenderlo.

¿Cuál es el sentido de la vida de Adamsberg? Evidentemente, primero que nada está su trabajo. Por supuesto, siente una gran satisfacción al meter asesinos en la cárcel y salvar vidas, aunque sea una persona increíblemente inexpresiva y no lo demuestre del todo (sólo ha llorado por dos personas: Camille y Retancourt, cuando esta última estuvo al borde de la muerte). Está partido en dos: no sabe si deba dedicarse a Camille y al niño, a formar una familia, o seguir de tiempo completo atrapando criminales. Sin duda, el trabajo le sirve para evadir su situación interna, y necesariamente proyecta sus propios demonios en los asesinos que persigue (de otra manera no los entendería tan bien, y tampoco habría caído en la trampa del Tridente). Pero, ¿por qué esa obsesión con atrapar a los malos? ¿Cuál es la motivación profunda detrás de todo? ¿Por qué Adamsberg es tan frío? ¿Por qué ese conflicto de niño eterno con las mujeres? ¿Por qué desvía toda esa energía y habilidades extraordinarias hacia su vida profesional, mas no hacia la personal?

La mayoría de los personajes de Fred Vargas tienen una mente similar: solteros, obsesivos, brillantes y con serios problemas en sus relaciones personales y sentimentales. Supongo que la única manera de contestar las preguntas de arriba sería comparándolos a todos, y aun así, estoy seguro de que la respuesta sería muy resbalosa. Quizás eso sea parte del misterio mayor de la obra de esta autora.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Silent Hill

Cuando Silent Hill salió a la venta en 1999, para el Playstation, fue un auténtico hit. Todos en la preparatoria hablaban de ese juego, lo comparaban con el cine de horror japonés (que por ese entonces estaba en auge) y te decían que necesitabas jugarlo solo, en la madrugada, en un cuarto sin luces y con el volumen alto. Había gente que simplemente se reusaba a jugarlo, porque los asustaba bastante y los hacía tener pesadillas (eso decían). Era algo revolucionario, que redefinió el género de survival horror, añadiéndole una dimensión psicológica, que realmente podía crear tensión en el jugador y mantenerlo en suspenso a través de todo el juego.

Y es que en verdad lograba su propósito, y con creces. Tenía de todo: un misterio que resolver, una atmósfera opresiva formada por un espacio desolado e incierto, cubierto de niebla en sus momentos más tranquilos, y terriblemente oscuro y grotesco en sus partes más intensas. Los monstruos parecían salidos de una pesadilla surrealista, los personajes eran complejos, los ángulos de cámara eran (a veces) sumamente apropiados y la música de Akira Yamaoka no podía ser más perfecta. Todos los elementos contribuían a crear una imagen de la locura, cuyo objetivo era asustar a la gente con imágenes y sensaciones memorables, que no se van de la cabeza así nada más.



Me perdí de Silent Hill 2 (2001), lo cual medio lamento, porque muchos opinan que es el mejor juego de la serie. Como todos los juegos de SH, sigue la misma fórmula del primero, pero la diferencia aquí es marcada por la historia. A muchos les agradó que introdujeran la idea del asesino amnésico, que se resiste a creer que ha cometido un crimen atroz. Ése es James Sunderland, el protagonista del juego, quien mató a su esposa y el mundo de Silent Hill se le aparece como un reflejo de su mundo interno, del infierno por el que debe pasar a causa de su pecado. La gráficas mejoradas para PS2 y Xbox, así como la aparición de monstruos ya considerados clásicos, como Pyramid Head (para algunos, es uno de los mejores jefes de videojuegos de todos los tiempos), hicieron que Silent Hill 2 fuera tan comentado y alabado como el primero. Tengo que jugarlo algún día.

Silent Hill 3 (2003) es un juego hermoso. Visualmente, es el mejor desarrollado de la serie (al menos hasta ver el nuevo Silent Hill: Homecoming), con una producción sumamente meticulosa y detallista en ese sentido. Como ya dije, sigue la misma fórmula del primer juego, pero los escenarios y los monstruos son de los más grotescos y efectivos que han aparecido en la serie. Me gustó la historia, que continúa con la del primer juego. Heather, la protagonista, es un personaje agradable, con el que es fácil simpatizar. Pero no me gustó ver que mataran a Harry Mason, el protagonista del primer juego. Quiero decir, pasa por un infierno mientras busca a su hija perdida, sobrevive al ataque de decenas de monstruos, mata a un dios-demonio, y todo para que 15 ó 16 años después lo maten en su sillón, mientras veía televisión. Bleh.



Muchos odian a Silent Hill 4: The Room (2004), pero, en lo personal, no me parece tan malo, aunque tampoco esté a la altura de los anteriores. Y es que, en realidad, originalmente se había planeado que fuera un off-shoot de SH, y no parte de la serie. En cualquier caso, maneja un buen concepto, del departamento como un ente vivo, que mantiene encerrado a su ocupante, Henry Townshend. La vista en primera persona dentro del departamento, la función que tiene el orden de las cosas dentro del mismo, el hecho de que Henry puede ver lo que sucede afuera, pero la gente de fuera no lo puede ver ni oír a él, etcétera, se me hicieron ideas excelentes. Quizás con la excepción del hospital, los mundos que Henry visita no son nada extraordinarios (al menos en comparación con el resto de los juegos de SH), se extrañan las transiciones hacia el Otherworld, y los controles no son tan finos como en los juegos pasados, pero, en general, me pareció un juego entretenido, que vale la pena terminar. Tal vez si hubiera permanecido como un simple off-shoot, habría tenido una mejor recepción crítica; pero, ciertamente, no habría vendido tanto, y al final de cuentas eso es lo más valioso a los ojos de los productores.

No he jugado Silent Hill: Origins (2007), el cual salió como un título para el PSP, pero pronto fue adaptado para el PS2. Ha tenido buenas críticas, y las quejas, más que nada, han sido dirigidas hacia la historia (que, según esto, no cuenta gran cosa acerca de los supuestos "orígenes") y hacia la corta duración del juego. (De hecho, uno de los retos que aparecen una vez que se ha completado el juego, es volverlo a terminar en menos de dos horas.) También se le ha criticado por seguir la misma dirección de los juegos pasados, pero dudo que eso le haya importado a mucha gente. Éste también tendré que jugarlo.



El martes que entra saldrá a la venta Silent Hill: Homecoming, para PS3, Xbox 360 y PC. Trataré de conseguirlo tan pronto como llegue a las tiendas. Los monstruos se ven geniales, no se diga los gráficos en general, que tienen una buena influencia de la película de 2006, especialmente en cuanto a las transiciones del mundo de niebla al otherworld. Quizás el más grande cambio que le dan al juego con este título es la inclusión de un sistema de combate más profundo, dado que el protagonista es un exsoldado. Por lo tanto, tiene mayor precisión en el manejo del cuchillo y (especialmente) de la pistola, puede evadir ataques y dar una que otra marometa. Además, según esto se podrán hilar combos de combate, en contraste con los golpes y disparos simples de los juegos anteriores. Definitivamente, se ve bien.

Ya daré mi reporte sobre ese último cuando ponga mis garras en él.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Más sexo

En Más allá, a la derecha -novela de Fred Vargas- ocurre una conversación en la que Louis Kehlweiler le dice a su amigo Marc Vandoosler que, al ver a una mujer, uno siempre debe plantearse si se acostaría o no con ella. Por supuesto, Marc se burla mucho de eso y, cada vez que Louis le pregunta qué opina de tal o cual persona, él siempre contesta en esos términos, incluyendo a varios hombres sospechosos ("no me acostaría con él") y a la exnovia de Kehlweiler ("sí, definitivamente me acostaría con ella").

Claro que, con eso, Kehlweiler proyectaba su parte más obsesiva, a la que le gustaba ver a las mujeres como simples objetos de placer; pero, más allá de eso, ¿qué tan cierta es la afirmación del alemán? Quiero decir, el psicoanálisis freudiano le da la razón; de acuerdo a éste, toda relación humana se funda en instintos sexuales, "eros", de placer. Según Freud, precisamente eso es lo que nos preguntamos todos (consciente o inconscientemente) al interactuar con otra persona, especialmente si es del sexo opuesto, pero hasta cierto punto también si es del mismo sexo. No obstante, por otro lado, Freud también fue muy ambivalente en su definición de la libido y del principio del placer o instinto erótico: empezó definiéndolos en términos de impulsos sexuales, pero en algún momento le pesó más su lado poético y sensible, y llegó a definir a Eros de una manera que se acerca más al amor en un sentido platónico.

¿Entonces en qué quedamos? No estoy 100% seguro, pero yo, como junguiano, soy de la opinión de que la libido es energía psíquica transformable, y no meramente sexual. Sin embargo, es indudable que el sexo juega un papel importantísimo en la mente humana, a veces incluso pivotal. Así que, básicamente, ocurre una tensión entre formas de energía distintas, dinámicas y mutables; es decir, existe el sexo en su papel animal, reproductivo, y existe también en un aspecto más bien simbólico, que apunta hacia el desarrollo total de la personalidad humana.

No dudo que todos nos hagamos la pregunta de Kehlweiler. Puede ser consciente o inconscientemente, de manera sana, perversa, reprimida o compulsiva, pero la cuestión siempre va a estar presente: ¿te acostarías con él/ella? Por supuesto, siempre entran en juego otro tipo de intencionalidades y emociones. El que una persona imagine tener sexo con otra, no significa que el acto vaya a darse (o siquiera intentarse), o que no se pueda establecer una relación entre ambos basada en el respetuo mutuo, o en una amistad profunda. Y es que el sexo, como fantasía, podría ser algo esencialmente simbólico.

Me recuerda un poco a lo que Milán Kundera dijo en La insoportable levedad del ser: solamente mediante el acto sexual uno puede conocer la parte más oculta de la otra persona. Y la verdad es que, cuando fantaseamos con alguien, la cosa suele ir más allá de la mera necesidad instintiva. Sin duda, hay mucho de aquello, pero también está la parte proyectada, las figuras o imágenes internas que ponemos en la otra persona.

(De hecho, un buen ejercicio consiste en tomar a una persona desconocida que nos atraiga sexualmente, y reflexionar sobre las cosas que proyectamos en ella. ¿Cómo será él/ella en su intimidad? ¿Cómo será su actitud, su personalidad? ¿Qué gustos tendrá? Finalmente, ¿qué me dice todo esto acerca de mí mismo y de mi situación del momento? Igualmente productivo sería hacer el mismo ejercicio con personas poco atractivas.)

En cualquier caso, siempre hay que saber distinguir las figuras de lo inconsciente. Su significado es múltiple y sólo raras veces se lo puede tomar en un sentido literal. Por citar un ejemplo común: un hombre sueña que su jefe de trabajo se lo tira por detrás. Esto no necesariamente significa que exista una atracción homosexual; más bien, el hombre se siente sometido y sumamente presionado por su jefe en el trabajo, y siente un placer masoquista que le impide liberarse de la situación. No obstante, los llamados "sueños mojados" también pueden tener una dimensión literal, aludiendo a una situación de obstaculización sexual que debe ser superada. Como sea, el sueño siempre dirá algo más acerca de las circunstancias internas particulares del soñante.

Así que, freudianos o no, hay que admitirlo: el sexo es esencial, en cualquier sentido en que se lo tome.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Más allá, a la derecha


Más allá, a la derecha es una novela de Fred Vargas, escrita en 1996, si no recuerdo mal. El protagonista aquí es Louis Kehlweiler, un expolicía parisino muy bien relacionado que se dedica a resolver crímenes por cuenta propia. En esta historia, él descubre, por casualidad, un pequeño hueso humano dentro de una mierda de perro. Entra en escena el (relativamente) joven Marc Vandoosler, "san Marcos", historiador de la Edad Media y uno de los "tres evangelistas" que protagonizaron Que se levanten los muertos (de hecho, la historia aquí ocurre 8 meses después de los eventos de aquella novela). Con la ayuda de Marc y de su amigo prehistoriador Mathias ("san Mateo") logran descubrir el perro que cagó el hueso, y los conduce hasta el pequeño pueblo costero de Port-Nicolas. Ahí dan por hecho un asesinato, y es donde las cosas se ponen tensionantes, aceleradas, confusas y entretenidas.

Hasta ahora, no hay novela de Fred Vargas que no me haya gustado. De verdad, amo estas historias. La manera en que esta autora estructura la narración y la forma que maneja el misterio son verdaderamente geniales, pero lo que más me atrae son sus personajes, lo bien que los desarrolla, las ideas que mete en sus cabezas, el simbolismo que pone en sus acciones, etc. Louis Kehlweiler, "el alemán", es un expolicía cincuentón de actitud irónica y provocadora, con una pierna coja, y suele llevar a su sapo, Bufo, en el bolsillo. Tiene mil problemas con las mujeres y su vida oscila entre sus amoríos fracasados y sus geniales investigaciones, que, de cualquier forma, lo meten en problemas con todo tipo de gente, y lo han dejado en la calle y la miseria. Marc Vandoosler es un historiador de 36 años sumamente competente, muy perspicaz pero igualmente nervioso, que viste de negro y también se complica mucho la vida con sus relaciones sentimentales. Mathias, por su parte, es un tipo grande y callado, un arqueólogo que usa sandalias en tiempo invernal, amarra sus pantalones con una vil cuerda y no suele usar ropa interior; a él lo llaman "cazador-recolector", ya que es capaz de interpretar los rasgos de la tierra, de rastrear y, pues, cazar a sus presas.

En todo momento, la trama siempre está en el borde entre lo improbable y lo inverosímil, cosa que, combinada con la extraña actitud de los personajes, le da un tono algo surrealista a la novela, y eso precisamente es lo que hace especiales a las obras de Fred Vargas, siempre lo he dicho. Una cosa lleva a otra, se abren nuevas historias y, al final, uno difícilmente puede adivinar quién es el asesino. Y, además de la buena estructura narrativa, la psicología profunda de los personajes, el excelente manejo del suspenso, y el misterio y la simbología, la obra también está cargada de ideas bastante penetrantes. Es toda una joya.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Movies

Youth without Youth. Agarré esta película del estante de Blockbuster porque se me hizo interesante la descripción y porque la había dirigido Francis Ford Coppola. Luego, durante los créditos iniciales, leí que estaba basada en una historia de Mircea Eliade. Tiene sentido; sólo a un loco como Ford Coppola se le ocurre llevar una historia de Eliade al cine. Trata acerca de un anciano lingüista al que le cae un rayo encima y, al recuperarse, aparenta tener 30 años menos. No envejece, posee capacidades cognitivas superiores y también tiene ciertas habilidades psíquicas. Su objetivo es encontrar la primera lengua que existió, pero para ello debe pagar un precio muy severo. Es una película filosófica que explora la relación entre la muerte y la inmortalidad, y el rol que las relaciones sentimentales pueden jugar en eso. Está excelemente dirigida, con muy buena fotografía, narración y actuaciones. El problema es que la trama está muy críptica y, si no se está familiarizado con los estudios religiosos de Eliade, va a estar un poco complicado entenderla, al menos sus partes más filosóficas. Como sea, me gustó.

Dragon Wars. Nada más entretenido que ver a un ejército mítico con soldados que visten armaduras como sacadas de un cómic ochentero, montan monstruos similares a dinosaurios con lanzamisiles atados a sus cuerpos, tienen minidragones que atacan por aire e invaden Los Ángeles, combatiendo contra el ejército gringo. La historia es mala, el guión peor, pero ésta no es ninguna película seria (de hecho está llena de chistes, no todos buenos), y el punto simplemente era hacer algo divertido. La mitad de la película aburre, pero las secuencias de la invasión de la ciudad y la pelea final entre dragones redimen mucho al filme.

The Brave One. Una actualización de las cintas del tipo Vengador Anónimo. Una locutora de radio neoyorkina que llevaba una vida feliz y estaba comprometida con un médico residente, es asaltada una noche, mientras paseaba por el parque con su prometido. Unos pandilleros matan a su novio y a ella la dejan al borde de la muerte. Al recuperarse, se vuelve agorafóbica y la solución a su problema la encuentra al darle rienda suelta a su odio y ponerse a matar asaltantes y criminales. En el inter, forma una relación muy peculiar con el detective que precisamente investiga los asesinatos que ella comete. Buena película. Hay un excelente equilibrio entre el drama y la acción, la personalidad de la mujer está muy bien desarrollada, la actuación de Jodie Foster es buenísima, y todo está realizado con bastante sobriedad, sin pretensión alguna. Lograron que la historia fuera verosímil. La recomiendo.

Death Sentence. Lo contrario a The Brave One. La historia es la misma: un vicepresidente corporativo que presencia el asesinato de su hijo a manos de una pandilla y decide matarlos a todos, sin darse cuenta de las consecuencias que eso trae al resto de su familia. La actuación es buena (Kevin Bacon protagoniza) y tiene algunas secuencias de acción entretenidas y bien realizadas, pero la trama está llena de inconsistencias, el guión es malo y la historia no le llega a lo que le tira con su drama. Llegando al final climático, yo ya estaba demasiado aburrido como para poner atención. Apesta.