domingo, 22 de junio de 2008

Cacería

A veces pienso en cómo habría sido la vida en alguno de los antiguos clanes de cazadores-recolectores, hace 15 mil años. Me habría gustado mucho ser cazador. Pasar días enteros buscando ciervos, jabalíes, conejos, búfalos, etc. Preparse para la caza con rituales previos, identificarse con el animal presa, intentar hablar con su espíritu. Me habría encantado salir en grupos grandes a cazar mamuts. Estrategia, paciencia, técnica, adrenalina... Wow. Habría sido una buena vida.

Pero vivo en el siglo XXI, y tengo que hacerme de mi comida por otros medios. Anoche me preparaba para cenar una pizza de Price Costco recalentada, pero un amigo me convenció de salir a buscar un Burger King. Me recomendó muchísimo la hamburguesa X-treme. Yo estaba algo aburrido y cada vez me atraía menos la idea de comer pizza, así que salí a cazar mi hamburguesa.

¿Saben lo horroroso que es vivir en una calle donde los vecinos compran más autos de los que caben en sus cocheras? Hay dos filas continuas de carros, una de cada lado de la calle, que sólo dejan un espacio increíblemente contrecho en el medio para el tránsito. Sacar el carro de mi cochera fue toda una labor técnica, que fácilmente requirió de unos ocho movimientos. De hecho, le di un golpe leve al auto que estaba atrás, pero no pasó nada. Sólo fue un besito. Creo. Al menos, mi carro está intacto.

Entonces, cuando por fin pude sacar mi auto y estaba avanzando por la cuadra, otro carro dobla la esquina y avanza rapidísimo hacia mí, en dirección contraria. Nos detuvimos uno frente al otro, sin saber que hacer. No había espacio para hacerse a un lado y no es como que iba a darle de reversa media calle para volver a meterme en mi cochera. Él estaba a dos casas de la esquina y podía quitarse más fácilmente. Pero por algún motivo no entendía. De hecho, me pitó. Dos veces. ¿Estaba borracho o drogado? Después de un rato en que le estuve haciendo señas con las manos, por fin entendió y dio la reversa. Habrán pasado unos 10 minutos desde que encendí mi auto hasta que salí de la calle. Por Dios...

El único lugar relativamente cercano a mi casa donde podía haber un Burger King era la avenida Garza Sada, así que me fui para allá. Para relajarme, me puse a oír "Mashing on the Motorway", de DJ Shadow, una canción perfecta para manejar, excepto quizás por el hecho de que, en ella, el conductor muere. Sí. No agarre el carril correcto para incorporarme a la avenida, tuve que irme por un túnel raro que conecta un Wal-Mart con el otro lado de la avenida, pero, en fin, el caso es que ya estaba donde quería estar. Sólo faltaba encontrar lo que quería encontrar. Vi un HEB, Dairy Queen, Chillis, McDonald's, Carl's Jr., Starbucks, Applebee's, pero, hasta el momento, ningún jodido Burger King.

Luego tuve que frenar en seco. Congestionamiento horrible e inesperado en el paso a desnivel a la altura de Alfonso Reyes. Yo estaba muy ocupado viendo hacia los lados, buscando un BK entre las decenas de anuncios de neón, y apenas pude darme cuenta a tiempo para frenar. Estuvo muy pinche cerca. ¡Fuck! ¿Qué chingados es eso? ¿Operativo antialcohol? ¿Accidente? No podía ser sólo tráfico. El amontonamiento de autos era enorme, cubría demasiado espacio y no podía ver de qué diablos se trataba. Así que ahí estuve otros 10 minutos, resignándome a retornar en la primera oportunidad. En ese punto ya no me importaba si comía pizza recalentada o hasta la comida genérica del S-mart. En serio, no me parecía tan mala idea; incluso comería uno de esos helados S-mart insípidos con demasiada clara de huevo. En mi mente, apareció una pantalla que decía: MISSION FAILED. Luego escuché la voz de Otacon, diciendo, "Kurt, what happened? Kurt? KUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURRRRRRT!!!!!!!!!!!!!!!!!"

(Ok, mal chiste.)

Después, vi un Chevy blanco volcado feamente. Ouch. Los tránsitos ya estaban ahí, pero no habían podido llevarse el auto todavía, y se había formado un cuello de botella caótico. En lo que pasé la escena del accidente, vi que, poco más adelante, había un letrero neón que distintivamente decía BURGER KING. ¡Sí! No sé ni cómo pude salir de ahí, pero tan pronto lo hice me dirigí hacia la mugrosa hamburguesería y entré al drive-thru.

Tuvo lugar una conversación chistosa:

EMPLEADA: (a través de una bocina con volumen bajo y mucha estática) Buenas noches, ¿le puedo tomar su orden?

YO: Sí, buenas noches. Quisiera un combo de X-treme mediano, por favor.

EMPLEADA: Combo de X-treme mediano. ¿Desea agregar un pay de *estática* por equis cantidad de pesos más?

YO: No, así está bien. ¿Tienen papas criscot?

EMPLEADA: ¿Disculpe?

YO: Que si tienen papas criscot.

EMPLEADA: (pausa) No tenemos pay de fresa.

YO: (corta pausa de sorpresa) Eh, no, pregunté que si tienen papas criscot, no pay de fresa.

EMPLEADA: (ríe) ¡Ah! No; no tenemos papas criscot.

YO: Mierda.

EMPLEADA: ¿Perdón?

YO: Eh... sólo será el combo de X-treme, por favor.

EMPLEADA: Sería un combo de X-treme grande, son 88 pesos. ¿Está bien su orden?

YO: No, pedí un combo mediano.

EMPLEADA: (pausa) Combo de X-treme mediano. 82 pesos. Pague en la siguiente ventanilla, por favor.

YO: Gracias.

EMPLEADA: (apurada) ¡Disculpe! ¿De qué sabor va a querer su refresco?


Juro que esa conversación fue real, por raro e improbable que parezca. Como sea, conseguí mi combo y, la verdad, estuvo muy rico. Doble carne y 3 quesos, con aderezos sabrosos. Aunque era mediano, pesaba bastante en mi mano. Mi camarada me había dicho que de X-treme sí tenía algo, si bien caía dentro de lo legal. Sí, tuvo efectos X-treme en mis pinches intestinos, porque tuve que ir al baño dos veces durante la noche. Bueno, ésa fue mi culpa, porque mi estómago no había estado muy bien desde un par de días antes.

Pero la hamburguesa estaba rica. No hay remordimientos.


P.D. Sí, ya sé que, sin quererlo, estoy haciendo una especie de propaganda. No me importa.

viernes, 20 de junio de 2008

Tipos psicológicos

Últimamente no tengo mucho que hacer en el trabajo, y mi aburrimiento me desespera feamente. Así que postearé mis resultados de uno de los tests menos gachos que hay en la red para determinar el tipo junguiano de personalidad:

INTJ - "Mastermind". Introverted intellectual with a preference for finding certainty. A builder of systems and the applier of theoretical models. 2.1% of total population.
Free Jung Personality Test (similar to Myers-Briggs/MBTI)


Es un test raro, porque mete las funciones de judging y perceiving, que no están incluidas en la teoría original de Jung acerca de los tipos psicológicos. Esos los añadieron unos posjunguianos que no conozco, y lo que se me hace extraño es que judging y perceiving no son funciones principales, sino periféricas; y de ésas puede haber cientos más. En fin. Además, el test no incluye a las funciones racionales (pensamiento y sentimiento) como principales; las irracionales (sensación e intuición) siempre tienen más peso. Eso se me hace sospechoso.

Como quiera, el test me ayudó a darme cuenta de algo: mi función principal no es el pensamiento, sino la intuición. El pensamiento es mi función secundaria y las inferiores son la sensación y el sentimiento. Vaya. No sé porqué no me di cuenta antes, pero es cierto: mi intuición siempre ha determinado mi pensamiento. Basta con que tenga una idea intuitiva de algo para que la persiga socarronamente hasta el final, sin saber bien porqué. Además, eso explica otras cosas que siempre me han confundido mucho. Si mi función principal fuera el pensamiento, quizás sentiría que mi voluntad me pertenece en un mayor grado, y que mis decisiones son mías. Pero no es así. Todas las decisiones las tomo con una seguridad intuitiva; por dentro me lleva el diablo ante las disyuntivas, me vuelvo loco y no sé que hacer, pero en el mundo externo es como si alguien más actuara y hablara por mí, y siempre suele hacerlo con gran firmeza. ¿O sólo estoy siendo tonto y esto es algo que le pasa a todo el mundo? No lo sé.

No me gustó nada la descripción que me dieron, como quiera:

loner, more interested in intellectual pursuits than relationships or family, not very altruistic, not very complimentary, would rather be friendless than jobless, observer, values solitude, perfectionist, detached, private, not much fun, hidden, skeptical, does not tend to like most people, socially uncomfortable, not physically affectionate, unhappy, does not talk about feelings, hard to impress, analytical, likes esoteric things, tends to be pessimistic, not spontaneous, prone to discontentment, guarded, does not think they are weird but others do, responsible, can be insensitive or ambivalent to the misfortunes of others, orderly, clean, organized, familiar with darkside, tends not to value organized religion, suspicious of others, can be lonely, rarely shows anger, punctual, finisher, prepared

Y miren las carreras favoritas de mi tipo:

favored careers:
scientist, dictator, forensic anthropologist, systems analyst, philosopher, nuclear engineer, political analyst, researcher, statistician, scholar, research scientist, computer scientist, software designer, curator, computer programmer, aerospace engineer, electrical engineer, paleontologist, english professor, philosophy professor, chemical engineer, epidemiologist, forensic scientist, museum curator, research assistant, mechanic, astronomer, fighter pilot, librarian, systems administrator, neurosurgeon, book editor, biotechnology, archeologist, lab tech, bookstore owner


OK, entonces la gente de mi tipo tiende naturalmente hacia la sociopatía. Familiar with the dark side? Ni que fuera Darth Vader. Se la mamaron, hay muchas cosas ahí que son ofensivas. Uhm, medio ciertas, pero ofensivas. La verdad es que yo sí valoro más a mis relaciones y mi familia que a mi carrera; y le veo un cierto valor a la religión organizada, si bien no me suscribo a ella. Realmente, prefiero esta otra descripción:

http://www.mypersonality.info/personality-types/intj/.

La verdad, me gustó más la lista de INTJs ficticios que la de reales: Gandalf, Hannibal Lecter, Michael Corleone, Vito Corleone, Moriarty y Mr. Burns. Los ejemplos de gente real apestaron: Schwarzenegger, Rumsfeld, Colin Powell, Rudy Giuliani... Dios mío, ¿cuánto mal le ha hecho mi tipo al mundo? Pero, bueno, C.S. Lewis, Jane Austen e Isaac Newton no estuvieron tan mal, aunque estaban locos.

Esto me ha sorprendido un poco, de verdad.

martes, 17 de junio de 2008

Hermano contra hermano

Me pidieron que participara en un concurso de la UR, para una compilación de artículos que va a publicar la universidad. Se llama Voces de congruencia, y tiene el tema escueto de "qué podemos hacer para integrar armónicamente a los sectores más desfavorecidos de la sociedad". ¡Sí! ¡Hay que integrarlos a nuestro maravilloso mundo regiomontano! Eso sin duda los sacará de todo tipo de problemas.

En fin, mandé un artículo porque me lo pidió mi jefe. Pero ni me respondieron para confirmar que lo recibieron ni nada. Además, mi tema es un poco delicado y nada sociológico, así que no creo que haya muchas probabilidades de que lo publiquen. Como sea, no quiero pensar que lo escribí de okis, así que lo publico aquí, asumiendo que a cualquiera de las 2 personas que leen este blog (y estoy siendo optimista con las cifras) le interese.


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La relación con la alteridad siempre ha determinado nuestra identidad y nuestra condición existencial en general. Uno no puede vivir sino en virtud del otro: proyectamos nuestros propios contenidos internos sobre los demás y, mediante este juego recíproco, no sólo somos capaces de establecer vínculos afectivos, sino que –si somos lo suficientemente receptivos– también podemos descubrir aspectos de nosotros mismos que anteriormente estaban velados a nuestra consciencia. Los encontramos porque nos vemos en el espejo del otro. Así, la alteridad prueba ser la fuente de la auténtica creatividad, del desvelamiento de nuevas energías psíquicas y vitales que podemos encaminar de múltiples maneras.

Sin embargo, en numerosas ocasiones vemos rasgos en los demás que nos resultan ajenos y extraños, molestos y atemorizantes. Carl Gustav Jung solía usar un nombre para la perturbadora figura que solemos ver en estos sujetos: sombra. Se trata de aspectos inconscientes de nuestra personalidad que preferiríamos no aceptar, por lo que nos es más sencillo proyectarlos en alguien más, ponerlos fuera de nosotros mismos para después atacarlos, minimizarlos, destruirlos, pretender que no pueden afectarnos porque, después de todo, no nos pertenecen. Normalmente, así es como ha surgido toda clase de individuos y grupos marginados, discriminados y perseguidos. Nos gusta mantenerlos así, a la raya, lejos, apartados y, en los peores casos, incluso exterminados. ¿Y qué hay de estas personas? ¿Son víctimas? Sin duda, pero también hay que tener en cuenta que un diálogo requiere de dos partes, de dos esfuerzos. Si lo que se busca es una solución al conflicto, es impensable ser unilateral. La verdad es que, en este tipo de luchas, rara vez hay un solo culpable.

Teniendo esto en cuenta, quizás sería conveniente revisar uno de los mitos centrales de la cultura Occidental, el cual trata justamente de este tema: la eterna lucha con el otro. Hablo del mito de Caín y Abel.

El cuarto capítulo del Génesis narra esta historia de una manera muy escueta. Sólo nos dice que Caín, el agricultor, ofreció los frutos de la tierra como ofrenda a Yahveh; y que su hermano Abel, el pastor, ofreció uno de sus animales. Yahveh aceptó la ofrenda de Abel y regañó a Caín, muy ambiguamente, por cierto: sólo le dice que no obró bien. Caín, entonces, se enoja y mata a su hermano. Yahveh, tras hacerle un interrogatorio sumamente humillante, exilia al asesino y lo marca en el rostro.

Todo esto nos deja con una larga serie de preguntas. ¿Por qué Dios no aceptó las cosechas de Caín? ¿Por qué adoptó una actitud tan descaradamente parcial hacia Abel? ¿Abel fue siempre bueno con su hermano? ¿Qué significa la marca en el rostro de Caín? ¿Y dónde estaban los padres, Adán y Eva? Ciertamente, la primera familia del mundo fue terriblemente disfuncional.

Mircea Eliade, el gran historiador de las religiones, explicó el mito diciendo que “Caín” significa “herrero”; y que, “Abel”, como opuesto, significaría “pastor”. El herrero, en culturas nómadas y pastoriles, siempre fue visto con tanto respeto como temor: él es el “amo del fuego”, quien, sin lugar a dudas, posee misteriosas habilidades mágicas (1978: 167). Hay que recordar que Caín también fue quien edificó la primera ciudad. Él es el constructor de civilizaciones, aquél que representa el cambio tecnológico, una especie de Fausto primordial.

Abel sería el representante de las tribus nómadas de israelitas, mientras que Caín representaría a las fuertes ciudades-estado cananeas. El mito refleja el gran antagonismo que había entre ambos pueblos, y muestra el refugio que los israelitas encontraron en su propio dios, Yahveh, quien los favorece casi incondicionalmente. Y, ciertamente, son pueblos hermanos: los israelitas, en gran parte, estaban conformados por miembros de las clases marginadas cananeas (Armstrong, 1996: 50 y ss.).

Así, lo que vemos en este mito es una lucha entre pueblos que se desprecian y se apuntan con el dedo mutuamente. Los cananeos evitaron a los israelitas, y estos últimos, mostrando un tremendo hermetismo, no quisieron saber nada de ellos, prefiriendo la existencia “simple y pura” de los nómadas pastores.

Volvamos a Caín y Abel, en un plano más personal. ¿Cómo sería su relación? Quizás Caín se sentía celoso de Abel, el segundón que le quitó la atención de sus padres. Sin duda, Caín era una persona competitiva y creativa, muy esforzada en sus logros tecnológicos. Abel, por el contrario, era un sujeto simple. Es comprensible, entonces, que el primogénito se haya sentido profundamente herido cuando Yahveh rechazó su sacrificio, con todo el trabajo que le costó, con tantas energías y entusiasmo que puso en él. ¿Por qué Abel habría de ser el privilegiado, si lo único que hacía era cuidar cabras? Así es que, en su frustración e impotencia, quizás en una inesperada crisis psicótica (aunque la Escritura lo describa como más sociopático), descargó su enojo contra el único objeto tangible que tenía a la vista: su hermano.

La marca de Caín era su espíritu mismo, que había muerto con semejante pecado. Caín era un muerto en vida, que debía cargar con una culpa enorme, con la frustración y resignación de no poder enmendar su error. Esta melancolía y su consecuente hostilidad (hacia los demás y hacia sí mismo) lo distanciaría afectivamente del resto de la gente, en un inacabable círculo vicioso. Éste es el mayor pecado (sin duda peor que el mismo asesinato) que heredó a la humanidad.

Jorge Luis Borges, en su relato corto Leyenda, reconcilia a los dos hermanos. Según cuenta, Caín y Abel se encontraron tras la muerte de Abel, mientras caminaban por el desierto. Se reconocieron y se sentaron a comer; pero, cuando Caín vio la marca de la piedra en la frente de Abel, soltó el pan que se llevaba a la boca y pidió perdón a su hermano. Abel simplemente le respondió: “¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes“.

El mensaje de esta historia es que el olvido forma el perdón. Pero quizás lo más interesante es que el propio Abel confesó haber sido capaz de cometer el mismo crimen de su hermano. Ambos aceptaron su propio lado sombrío y, gracias a esto, pudieron verse el uno al otro en una situación de completa igualdad. Ése es el mensaje más profundo del relato de Borges.

Todo esto nos hacer ver que, si hemos de buscar una solución de fondo para el conflicto con la alteridad, sólo podemos encontrarla en el individuo. Ningún cambio social puede ser efectivo si no ocurre de raíz. Ninguna sociedad puede funcionar si está conformada sobre una base de individuos deformes. Es así de simple. Hasta que no aceptemos vernos a nosotros mismos en los demás, la vida social se tornará una lucha interminable por la supervivencia, tanto física como espiritual. Especialmente en un mundo de masas, la pregunta más trascendental de todas es: ¿Sabe el individuo que él es el contrapeso que inclina la balanza?

Bibliografía:

Aguinis, Marcos
2003 Las redes del odio. Buenos Aires, Planeta.
Armstrong, Karen
1996 Historia de Jerusalén. Barcelona, Paidós: 2005.
Eliade, Mircea
1978 A History of Religious Ideas. Vol. I. Chicago, The University of Chicago Press.

lunes, 16 de junio de 2008

Un post geek: películas, MGS4, Jonathan Coulton

Esta última semana vi otras cuatro películas:


The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford. Ésta es una de las pocas películas que realmente me han impactado este año. Es un drama acerca de la paranoia y la traición dentro de la legendaria banda de ladrones de Jesse James. Trata la necesidad de confiar y ser leal, el poder de las figuras de identificación, el autodesprecio, la formación de mitos, entre varias otras cosas. Los personajes son bastante complejos y las actuaciones estuvieron excelentes. Técnicamente, tiene una producción genial. La fotografía es bellísima, está llena de postales; y la música es muy, muy buena, compuesta por Nick Cave y Warren Ellis. De hecho, Nick Cave hace un pequeño cameo por ahí. El único detalle es que el filme es largo, de 2 horas con 40 minutos, y tiene un ritmo un poco lento, especialmente durante la primera hora. Pero la duración está plenamente justificada y, aunque hubiera durado las 4 horas originales, estoy seguro de que como quiera la habría disfrutado. Está buenísima.

The Incredible Hulk. Soy fan de los cómics de superhéroes y también de las películas basadas en ellos. No me pierdo ninguna. Por suerte, The Incredible Hulk está mil veces mejor que la versión de Ang Lee, que para mí fue una de las peores películas jamás hechas. Es bueno que Marvel decidiera producir sus propias películas, y meter a todos sus superhéroes dentro de un solo universo, tal como en sus cómics. Como quiera, la verdad es que no es gran cosa; sólo es un buen filme de entretenimiento, bien estructurado y actuado, con una muy buena producción y efectos especiales. Está a la altura de, digamos, Iron Man o Spiderman. No tiene la profundidad de Batman Begins (ésa está en otro nivel, y no puedo esperar a ver The Dark Knight), pero sirve para pasar una tarde relajada.

Rambo. Sí, la vi. Y me gustó. Olvídense de la historia estúpida y del guión todavía más estúpido. La última pelea vale toda la película. Es entretenimiento de primera y -lo que es mejor- es un filme sangriento como pocos. Esta cosa es cruda, inmisericorde y prácticamente sin compromisos. Aquí se ven mujeres y niños volando en pedazos, gente estallando y siendo mutilada, cabezas cortadas, y, en algún momento, Rambo le arranca la garganta a alguien con sus manos desnudas. Muchos son clichés, pero como quiera tienen su impacto. Por otro lado, la dirección y los efectos son bastante decentes, y Stallone hizo un buen papel como un Rambo severamente deprimido. Para mí, la mejor de la serie sigue siendo First Blood (las otras dos son bastante malas), aunque ésta es muy diferente y tiene lo suyo.

Alien vs Predator: Requiem. No sé porqué vi esto. Dios mío, es horrible.


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En otras cosas, acaba de salir a la venta el Metal Gear Solid 4. Gamespot y IGN le dieron un 10 perfecto. Eso no me sorprendió del todo por parte de IGN (aunque en toda su historia sólo le hayan dado un 10 a otros 3 juegos de consola no portátil), pero ¿Gamespot? Esos weyes siempre han estado bien cargados hacia el lado de Microsoft y Xbox 360. El que le hayan dado un 10 a un juego exclusivo de Playstation 3 es... wow. Pinche Game Trailers le dio un 9.3, pero que no chinguen, es como si nunca hubieran jugado un juego de Metal Gear Solid. Esa crítica estuvo medio ambivalente, y los puntos negativos que tocaron fueron precisamente los que hacen que el juego sea lo que es: las cutscenes largas, la historia complicada y el gameplay complejo. Pero las cutscenes y la historia son partes integrales del mismo juego, se fusionan con el gameplay, y, en este caso, Hideo Kojima logró unas transiciones perfectas e innovadoras entre las cutscenes y el gameplay. Por otro lado, el gameplay siempre ha sido complicado y requiere que uno se adapte. Pero cuando le agarras el gusto, simplemente es genial. En cuanto a la historia, sin duda es pretensiosa, pero es buena y arriesgada, es lo que hace que los juegos de MGS sean tan especiales.

Y yo todavía sigo sin tener un PS3. ¡Maldita sea! :( Pero no hay problema, espero conseguir uno pronto. No puede pasar demasiado tiempo sin que yo toque este juego.

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La semana pasada descubrí a Jonathan Coulton. Es un übergeek que compone música con temas de cultura geek. Gran parte de lo que toca es folk bobdylanesco o leonardcohenesco, y sus canciones rockeras se oyen muy ochenteras. La verdad es que la mayoría de sus canciones se me hicieron aburridas, pero tiene algunas que me gustaron mucho. Además, al menos tiene el mérito de poner su licencia bajo el Creative Commons.

Algunas de sus mejores cosas:

Still Alive. Es la canción que aparece en los créditos del juego de Portal. Es puro genio; nada más que, si no saben de qué trata el juego, no le van a entender muy bien.

Re Your Brains. Acerca de zombies.

Code Monkey. Me pasó una cosa chistosa y sincronística con esto. Hacía años que no probaba el Mountain Dew, y sólo recordaba que sabía a algo así como orines con tóxicos químicos. Pero lo vi en el Oxxo y por algún motivo dije "¿por qué no?", lo compré y, de hecho, me gustó. Justo cuando estaba tomándolo frente a la computadora, descubrí el video. Y pues me sentía medio identificado con el Code Monkey, y lo curioso es que también estaba tomando Mountain Dew, y disfrutándolo. Mierda. En fin, lo tomaré como una advertencia.

The Future Soon. Una de las canciones más geek que van a encontrar. Se la mamó. Muchos tendrán regresiones a la preparatoria. Yo sé que la tuve.

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Eso es todo. La verdad es que me estoy evadiendo. Han pasado muchas cosas estos últimos días, pero no me siento con muchas ganas de comentarlas ahora. Quizás otro día.

jueves, 12 de junio de 2008

Religión, pt. 3/3

Como dije en el anterior post, si se va más allá de las limitaciones empíricas de la teoría de lo inconsciente colectivo, y se entra a un terreno más filosófico y especulativo, entonces, sí, la mente podría contener la clave para contactar con lo divino. Poco antes de que le dispararan en la cabeza, Ioan Culianu, el heredero de Mircea Eliade, publicó una teoría muy interesante. Según él, las experiencias extáticas, astrales y fuera-del-cuerpo que tienen los chamanes, los yoguis y otros místicos, describen muy bien lo que podría ser la cuarta dimensión. A partir de ahí, Culianu especuló que quizás la mente posee el secreto para "trascender" a distintas dimensiones. Si, como predican los budistas, la mente puede romper el velo de maya e ir más allá de las convenciones tridimensionales, entonces sería posible hacer un viaje a otra realidad. Sin embargo, a Culianu no le gustaba la psicología de lo inconsciente, probablemente porque estaba loco y no quería darse cuenta de ello. Pero no por eso sus ideas son menos interesantes.

Como sea, vayamos a otras cosas.


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La Muerte

Otro factor que está íntimamente ligado al sentimiento religioso es la muerte. Por supuesto, no estoy de acuerdo con la afirmación atea de que el miedo a la muerte es la fuente y esencia de toda religión. Es una idea demasiado reduccionista y simplona. La conciencia de que el hombre muere también es el punto de partida de toda sabiduría, filosofía, arte e introspección. ¿Quiere esto decir que las creaciones humanas más elevadas han surgido con la meta última de consolarnos frente a la muerte? ¿Son una gran evasión o una profundización? Me voy más por la segunda, y creo que la cosa es demasiado complicada como para dar una conclusión tan burda como "cuando morimos dejamos de existir", que por otro lado es demasiado negativa y pesimista.

Yo frecuentemente pienso en la muerte (el puer aeternus, la figura interna que huye de la muerte, de hecho es uno de los temas principales de mi tesis), y me pasa algo curioso. Cuando era niño y supe que mis padres iban a morir, la idea ciertamente me impactó, pero no recuerdo que haya tenido una huella demasiado fuerte en mí. Varias veces fui a funerales de familiares y me tocó asistir, por casualidad, a misas de requiem de cuerpo presente. A diferencia de otros niños de 7 y 8 años, ver los cadáveres no producía mucho efecto en mí (ver a un moribundo, por otro lado, es algo completamente distinto). Ni la muerte ni los muertos me asustaban mucho, y de hecho fui yo el que consoló a mi papá cuando murió mi abuelo. No sé muy bien a qué se deba, pero desde pequeño tenía una cierta seguridad intuitiva de que la muerte no era el fin del espíritu, cosa que, según creo, iba más allá de mi formación religiosa.

Pero no podría estar por mucho tiempo en un cementerio o en una funeraria. Hay algo frío y perturbador acerca de los lugares que almacenan muerte. Pensé en eso muchas veces y me daba cuenta de que lo que me asustaba no era tanto el estado de la muerte en sí, sino, más bien, algo así como el contacto de lo muerto con lo vivo. Cuando estoy en un cementerio durante más de media hora, empiezo a sentir como si me drenaran la energía. Pensé que a lo mejor se trataba de una condición psicológica, porque, aunque cuando usualmente pienso en la muerte no me pasa nada, quizás el ambiente del cementerio -con sus cientos de personas dolientes que dejaban ahí sus impresiones emocionales- ayudaba a sacar algo reprimido y fuerte que consumía mucho mi energía mental. Pero no podía precisar qué era. Por otro lado, no es que sintiera mucha angustia. El caso es que siempre que voy a un cementerio, procuro no quedarme ahí por más de 20 ó 30 minutos.

Quizás haya otro factor presente en los lugares de muertos. Marie-Louise von Franz, una de las discípulas más chingonas que tuvo Jung, hizo un estudio pionero acerca de los sueños que suelen tener las personas moribundas, las que padecen de enfermedades terminales e incluso quienes no saben que están cerca de la muerte. Al parecer, existen muchos sueños sincronísticos (es decir, que presentan un fenómeno en el que la realidad externa coincide con la interna), que resultan proféticos. La sincronicidad trata las coincidencias significativas: los sistemas de adivinación, los sueños "objetivos", algunos acontecimientos extraños o paranormales, o cuestiones cotidianas como cuando uno piensa en tal o cual persona, y repentinamente se encuentra con ella. Jung comenzó el estudio científico-empírico de este tema e incluso realizó un sorprendente experimento astrológico. Con esto, sólo quiero aclarar que no se trata de una cuestión new age, ni esotérica, ni nada por el estilo. La sincronicidad es algo que siempre ha sido notado y registrado en todo tipo de manifestaciones culturales. Y, para qué nos hacemos mensos, a todos nos ha ocurrido algo así, si bien son cosas que solemos descartar sin darles mucha reflexión.

Volviendo a los sueños, Franz comentó que existen ciertos sueños que no pueden ser interpretados subjetivamente; es decir, son sueños que apuntan hacia la realidad objetiva y no tanto hacia la situación interior del soñante. Jung solía interpretar así algunos sueños donde aparecían personas que ya habían muerto. Según él, ninguna otra interpretación podía encajar en la situación de los soñantes, y Franz estaba de acuerdo con esto. Ella habló sobre un sueño que tuvo poco después de que murió su padre. Éste timbraba en su casa, y cuando ella quiso abrazarlo, él se negó y le dijo que sólo estaba ahí de visita, y que los muertos no deben estar mucho tiempo cerca de los vivos. En este sueño, ella sentía que debía mantener con vida la flama de la estufa de su casa.

La interpretación que dio fue la siguiente: la flama representa lo humano terrenal y ctónico, las pasiones, los sentimientos, etc. Los muertos, según cuentan miles de mitos e historias de experiencias extracorporales y después-de-la-muerte, al separarse de sus cuerpos, se desprenden también de este "calor humano", y se vuelven, por así decirlo, "objetivos". Franz sospechaba que, para que un muerto se manifieste a un vivo, probablemente deba "robar" parte de esta energía vital. Si el espíritu del muerto llegara a consumir la energía vital de un vivo (que lo "poseyera", digamos), ocurriría un trastorno emocional severo, psicótico. Por eso su padre la mantenía alejada en aquel sueño. Y por eso, también, los médiums e invocadores siempre se encuentran en el constante peligro de "perder el alma", como se dice entre algunas tribus primitivas.

¿Podría ser eso lo que sucede en los cementerios y funerarias? ¿Podrá haber ahí espíritus hambrientos de vida? No lo sé, pero lo sospecho.

No obstante, ésa no es la tesis principal del libro de Franz, Sobre los sueños y la muerte. Según ella, los sueños de las personas próximas a la muerte muestran que el proceso de individuación -de autorrealización, que es natural al individuo- continúa una vez que se ha completado el ciclo vital. Lo inconsciente no se inmuta ante la muerte; la ve como una de tantas transiciones anímicas y existenciales. Lo inconsciente parece preparar y prevenir al individuo acerca del cambio que se le avecina.

Como quiera hay algo que sí temo de la muerte. El viaje que describe el Libro Tibetano de los Muertos, así como el Libro Egipcio y otros, son terribles, llenos de pruebas y sufrimiento. Por otro lado, la idea de que existen varias almas que coinciden en una dentro del cuerpo terrenal, y que se separan tras la muerte, tampoco me agrada mucho. El que me quiten mis emociones y mis vínculos afectivos después de morir es un pensamiento triste. Pero si así deben ser las cosas, no hay mucho qué hacer al respecto.

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No dudo que haya algo después de la muerte, pero no puedo saber qué es. Ésa es la incertidumbre que me da más miedo.

En fin, tengo muchas más cosas que decir, pero mejor aquí lo dejo. Ya fueron suficientes locuras. Quizás debería dedicarle más tiempo y energía a pensamientos que sean más prácticos.

miércoles, 11 de junio de 2008

Religión, pt. 2/3

Ya que hablé de mi postura acerca de la religiosidad en general, ahora diré lo que pienso sobre la doctrina religiosa en sí. Lo que voy a decir aquí es mucho más subjetivo que lo anterior; en realidad, es pura especulación y reflexión. No tengo una fe ciega en esto, ni sostengo que sea verdad, porque no puedo estar seguro de nada. Solamente son mis opiniones, basadas en lo que he leído, estudiado, oído y visto.


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Dios y el Universo

¿Por qué creo que existe la divinidad? No puedo decirlo a ciencia cierta. Simplemente ha sido una seguridad que ha estado en mí desde siempre. La segunda función de mi personalidad es la intuición (la primera es el pensamiento), y he notado que el sentimiento religioso es algo muy común entre los tipos introvertidos intuitivos. Quizás sea porque nos es más sencillo contactar con lo inconsciente, y por lo mismo sentimos atractivo por lo simbólico, lo mitológico y lo numinoso. Ciertamente, he encontrado algunos tipos iguales o similares al mío (intelectuales intuitivos o intuitivos intelectuales, introvertidos ambos) que se dicen agnósticos, pero que de cualquier manera comparten un gran interés por lo religioso. Lo cierto es que no he encontrado a un solo introvertido intuitivo que sea ateo. Creo que el ateísmo es más propio de los tipos sensitivos.

Así que creo que mi sentido de lo religioso ha sido determinado tanto por mi formación familiar como por mi tipo psicológico. Pero la razón tampoco queda de lado. Pienso que un universo sin seres concientes es un universo sin sentido; por lo tanto, no creo que estemos aquí fortuitamente. Tenemos una configuración mental inconsciente que refleja el mundo externo. Compartimos una tendencia natural hacia la autorrealización. Esto quiere decir que la naturaleza misma nos impulsa hacia el descubrimiento del sentido. Somos parte de un mundo que atraviesa por incontables ciclos y transformaciones, formamos parte de ese engranaje dinámico. Y toda dinámica en la naturaleza tiene una finalidad. Entonces, si la naturaleza quiere que encontremos un sentido dentro de nuestras limitaciones, es porque existe un sentido mayor.

Los dioses que encontramos en las religiones y mitologías del mundo reflejan arquetipos de lo inconsciente colectivo. Sabiendo esto, sería fácil reducir la religión a psicología, pero no si se tiene en cuenta que lo inconsciente es la voz misma de la naturaleza. En todo caso, pudiera ser que nuestra mente fuera el medio por el que ocurre la comunicación con lo más trascendente. El mensaje religioso, por cierto, no es unívoco, sino que varía mucho de acuerdo a la situación cultural e individual. Pero todos apuntan hacia la misma dirección: el acercamiento a la totalidad, la gracia, el Tao, el atman, etc.

Entonces, creo que en cierta manera se me podría llamar panteísta; pienso que hay un sólo mensaje y un sólo sentido detrás de toda experiencia religiosa. Lo único que varía es el camino.

¿Un dios o varios dioses? No estoy muy seguro; probablemente ambas cosas. El mundo y la mente son paradójicos, contradictorios e incomprensibles. ¿Por qué lo divino no habría de serlo? Como quiera, me inclino más hacia el politeísmo. Es justo darle a cada arquetipo su lugar, en vez de subordinarlos a un jerarca absolutista, como ocurre, por ejemplo, con los santos y ángeles del catolicismo. Después de todo, los dioses siempre trabajan por la totalidad; pero, para llegar a ella, primero es necesario conocer bien sus partes.

Quisiera hablar también del budismo, que es una religión que difiere del resto en su búsqueda. Su meta es alcanzar el Nirvana, el estado de absoluta pasividad. El Nirvana tiene su paralelo en el concepto gnóstico de Pleroma, que es la masa de elementos primordiales con la que se creó el mundo. El Pleroma es la materia prima del universo, que reúne a todos los opuestos en un estado indiferenciado, pasivo. Nuestro mundo existió cuando las sustancias del Pleroma fueron extraídas y puestas en un estado dinámico, de constante lucha de opuestos. La meta sería, entonces, buscar una manera de conciliar los opuestos, de forma que la existencia continúe siendo dinámica, pero a la vez armónica. El budismo no ve el sentido en esto, y prefiere regresar al estado primordial, pasivo e indiferenciado del Pleroma. Básicamente, el budismo ve al universo como un error. Ellos no buscan el sentido, sino la falta de sentido, el olvido total. Francamente -y con todo el respeto que tengo por la sabiduría budista- encuentro muy cobarde a su meta última. Según ellos, lo humano terrenal -que, más que nada, sería la emoción- es algo corrupto y pasajero. Y quizás lo sea, pero si no lo han explorado por completo, y si sólo han experimentado sus consecuencias más terribles, sin conocer su evolución total, ¿cómo pueden juzgarlo? ¿Por qué se dan por vencidos tan pronto?

Miles de mitos alrededor del mundo hablan de la caída de la gracia del hombre, de la pérdida del paraíso primordial. Esto bien podría referirse al estado del Nirvana/Pleroma, aunque sería un poco tonto, porque en primer lugar no podríamos tener memoria de un estado de inexistencia. Hay otro mito al que personalmente le encuentro mucho sentido. Es un mito cabalístico que cuenta que, en un principio, dios era un todo armónico, total, y todo lo existente participaba de él, porque era él. Pero, por algún motivo, las 10 sephiroth del árbol que sostenía el universo -que representan 10 atributos divinos- se rompieron, y desde entonces reinó el caos. Entonces, Dios, el Aur Ain Soph, tuvo que crear seres conscientes, separados de él, pero que a la vez participaban de su esencia y de la del universo, que lo ayudaran a reparar las sephiroth y regresar al estado armónico primordial. Ése es el hombre y ésa es su misión. Tiene sentido. Toda religión admite que el hombre tiene potencial divino. Por lo tanto, si nosotros encontramos la armonía interna y somos capaces de vivir de acuerdo a este principio, estaremos ayudando al Aur Ain Soph a recuperar lo perdido.

Eso explicaría mucho, ciertamente: Dios está perdido y necesita nuestra ayuda.

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Todo esto, como dije, son especulaciones mías. Son los mitos a los que yo, personalmente, les encuentro más significado.

Nuevamente, el post salió largo y me cansé sin terminar de decir todo lo que quería. Tendré que hacer una tercera parte.

martes, 10 de junio de 2008

Religión pt. 1/3

Yo nací en una familia sumamente católica. Mi padre estudió 11 años en el seminario local y, por el lado de mi madre, hay "vena levítica"; es decir, hay una cantidad enorme de sacerdotes, monjas y obispos en mi árbol genealógico. Incluso un tío bisabuelo mío está en proceso de beatificación. Yo estudié la primaria y secundaria en un colegio católico para niños ricos (a pesar de que yo era niño pobre, aunque con buen apellido), dirigido por los nefastos Legionarios de Cristo. En realidad, tuve mis problemas con ellos y fui expulsado cuando tenía 14 años.

Así que mi formación fue extremadamente religiosa y conservadora. Con todo, no fue 100% ortodoxa, ya que mis padres le entraban a un rollo más "místico": ellos forman parte de la cuestionada Orden de los Ángeles, fundada por videntes, y siempre mantuvieron un contacto estrecho con todo tipo de videntes, místicos y exorcistas, como el famoso padre Rodolfo Villarreal Martínez, de quien se cuentan mil cosas extrañísimas. Mis papás siempre han tenido una relación muy ambivalente con el dogma católico.

Por mi parte, yo renuncié al cristianismo en general hace 7 años, cuando tenía 18. El dualismo cristiano nunca me satisfizo. Simplemente me es imposible creer en cosas tan incoherentes como la doctrina según la cual el mal es sólo privatio boni, privación del bien. El cristianismo nunca ha sido una religión de la totalidad; es incompleta puesto que deja fuera al otro dios, Satanás. La represión del lado oscuro ha bloqueado una gigantesca fuente de creatividad, que en muchos sentidos resultó en un estancamiento terrible de la mente humana colectiva. También tuvo consecuencias más tangiblemente destructivas y barbáricas, como la persecución de brujas y herejes, o las Cruzadas medievales. Por otro lado, la noción del infierno es algo tonta y contradice la supuesta misericordia infinita de Dios. #1 No hay nada que te puedan hacer en el infierno que no te puedan hacer aquí; y #2, los seres humanos crecemos sobre la base de la prueba y el error, y muchas vidas son errores totales, puesto que así es la naturaleza. ¿No sería más coherente que nos dieran otra oportunidad (como, por ejemplo, en la reencarnación) en vez de condenarnos para siempre por una metida de pata temporal? El cristianismo nunca ha podido aceptar los principios más básicos de la diversidad.

Así que dejé el cristianismo y no me interesé por adoptar otra religión establecida. Con todo, no creo haber abandonado el espíritu religioso en ningún momento. El ateísmo tampoco me convenció. La mayoría de los ateos que conozco no son auténticos ateos. Pinchas Lapide los dividió en 3 categorías, y yo tiendo a estar de acuerdo con él: en primer lugar, están los anticlericales, más enojados con el personal de a pie de dios que con dios mismo; los pseudoateos, enojados con el dios que les han pintado en las escuelas y las iglesias, porque no satisface sus necesidades más profundas; y los antiteístas, más existenciales, que están enfrentados con dios porque no le pueden perdonar los males del mundo. Pero ninguno es ateo en el verdadero sentido de la palabra. A un ateo, dios debería serle indiferente. Pero en todos estos casos, la mención de dios o de la religión provoca una reacción emocional fuerte. Esto también contradice la aparente lógica férrea con que intentan defender sus argumentos. En el fondo, no hay tanta razón como obstinación.

Y es que cuando se habla de religión se habla de símbolos, que son de naturaleza numinosa. Estos símbolos son totales; es decir, involucran todas las funciones de la personalidad humana, por lo que no pueden ser tratados de manera puramente intelectual. Es imposible objetivizarlos. Por lo tanto, si uno "cree", le va a ser difícil aceptar su lado racional y sus propias dudas. Y si uno no tiene ideas religiosas, le va a ser difícil confesarse a sí mismo el sentimiento de esa falta. Entonces, las posturas se polarizan y se hermetizan. Uno negará su razón y el otro negará sus emociones. Al menos el agnóstico es más noble y sincero, pero creo que él también pierde de vista el punto. Tanto el ateo como el agnóstico dan primacía a la razón, pero no se dan cuenta que el espíritu religioso se basa en la revelación. Como dijo Jung, uno no posee las ideas religiosas, sino que es poseído por ellas. De cualquier forma, ¿realmente saben qué es la razón? ¿Por qué la razón debe tener la supremacía? ¿Qué no, en todo caso, la divinidad sería una instancia trascendente, superior a todo juicio racional? Ésas son cosas que siempre se pierden de vista. Como sea, tanto los argumentos de los "defensores de la fe" como los de los "defensores de la razón" son igualmente fútiles y tienen una misma estructura, simplemente orientada en direcciones opuestas.

Básicamente, decir "creo en dios" es como decir "mi mujer es la más hermosa de todas". Ambas son afirmaciones válidas que satisfacen una realidad personal. Y creo que, aquí, personal es la palabra clave. La divinidad siempre nace de la búsqueda interior; su movimiento es de adentro hacia fuera. También es por eso que me desagrada la gente que intenta encontrar un sustituto religioso en lo externo, en los ismos, en el pensamiento utópico, en la lucha social, en el psicoanálisis, etc. Esta falta de consciencia puede ser verdaderamente corrosiva, puesto que se traslada el sentido de lo trascendente a algo meramente transitorio y perecedero, y, así, es sencillo caer en otra clase de dogmatismo, que difícilmente resulta satisfactorio para el espíritu.


Vaya, salió largo el post y ya me cansé de escribir. Terminaré de decir lo que quiero en la siguiente entrada.

lunes, 9 de junio de 2008

Política

Hace un par de años tuve mi mayor acercamiento a la política. Era época de elecciones y, por motivos que prefiero no comentar, me metí a un grupo de Redes Ciudadanas en apoyo a Andrés Manuel López Obrador. Fueron tiempos muy agitados, y estuve atento a todo: periódicos, revistas, noticieros, blogs, sitios de Internet, etc. Jamás había estado tan informado sobre política ni tan preocupado por la situación del país. Estuve metido en varias actividades propagandísticas y hasta ayudé en el recuento de votos tras el "empate técnico" del 2 de julio. Incluso publiqué un artículo que escribí junto con mi novia en Rebelion.org y Voltaire.net. Si buscan mi nombre en Google, será la primera cosa que aparezca. Y eso apesta.

El resultado: completa, total, absoluta decepción, frustración e impotencia. La verdad, creo que desde el principio sabía que terminaría así. Es sólo que es fácil embriagarse con la política una vez que uno se sumerge en ese mar de mierda. Pero la cruda es tan amarga... ¿Por qué la gente sigue fingiendo que existe una ideología de izquierda y otra de derecha? ¿Por qué defienden a un candidato como si fuera un mesías, si saben que tan pronto sea electo resultará tan mediocre, inmoral e interesado como los demás? ¿Por qué apoyan a un partido político sin organización ni concordia, que ni siquiera sabe interpretar la ley, y que se comporta como una bestia salvaje hacia los demás partidos? La verdad es que, con fraude o sin fraude, ningún candidato tiene perdón de Dios. No hay persona en la política mexicana que merezca dirigir algo. Ni siquiera un mugroso minisuper.

Mi perspectiva política había cambiado de apático a activista, y, tras las elecciones de 2006, tuve que redefinir mi visión una vez más. Y esta vez estoy tomando en cuenta la situación global de la humanidad, no sólo la mexicana.

El problema con gran parte de la política mundial es que se sostiene sobre dos mitos defectuosos en extremo: la nación y la democracia. No shit, huh? Sí, bravo por mí, he descubierto el hilo negro. Como sea, déjenme elaborar.


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Mito #1: La Nación

Un concepto que nació hace un poco más de dos siglos, y que pretendía sustituir los conceptos de "reino" e "imperio". Ja. La supuesta diferencia es que, en un estado nacional, el "pueblo" se encuentra en el centro: se debe gobernar para el pueblo y/o por el pueblo. Qué noble se escucha, ¿no? No obstante, en el fondo y en la praxis sigue existiendo una estructura monárquica; es como lo definió Ambrose Bierce: "Gobierno monárquico, s. Gobierno." La democracia, como el pastel de Portal*, es una mentira.

¿Y qué es una nación? ¿Alguien lo sabe? Juzgando por la cantidad de libros, estudios, manifiestos, obras literarias, etc., que intentan encontrar la esencia de la identidad nacional y fallan miserablemente en su propósito (todos), la respuesta es un contundente "no". Es simple ver por qué: una nación sencillamente es una masa enorme de millones de personas. Y ya. Es una entidad amorfa, bestial, animalesca e impredecible. Es la entronización del hombre-masa, un ser incontrolable y 100% instintivo. Entonces, no sorprende que caigamos de una dictadura en otra, ¿o sí? Porque un político que intenta gobernar una nación sólo podrá obtener el voto popular promoviendo las fantasías de la masa no pensante. Y eso nada tiene que ver con la inteligencia o la cultura de las personas. Jung solía decir que si se junta a los 100 individuos más inteligentes del mundo, sólo se obtendrá una masa estúpida. La única solución al pensamiento-masa es el desarrollo anímico individual. Pero de eso hablaré más adelante.

Otro de los principales problemás de la nación es uno común a todo mito: la gente inmadura tenderá a tomarlo muy literalmente. Consecuencia: tiranía, opresión, persecución, guerra, muerte, xenofobia, hambre, etc. A eso conduce todo nacionalismo que se toma a sí mismo muy en serio. Es un paralelo del fantismo religioso. Francamente, no encuentro mucha diferencia entre encarcelar a alguien por quemar una bandera nacional (eso sucede aquí en México) y encarcelar a alguien por destruir un ídolo religioso.

No se puede confiar en una nación. Con las monarquías de antaño se había tratado de evitar esto con un código de honor que la realeza -particularmente el rey- debía seguir. Un rey que rompía el código, deshonraba al reino entero, y era su labor reparar la falta. Un rey conservaba características del individuo, como el honor y la palabra; un presidente o primer ministro puede ignorar esas cosas con mayor facilidad. Igualmente, el rey estaba subordinado al poder divino, cuyas reglas morales eran claras. Actualmente, ese poder divino ha sido sustituido por "el Estado", un concepto mil veces más arbitrario y moldeable. No es que abogue por un regreso a la monarquía; ese sistema también falló, pues no era propicio para el mundo moderno. Sólo lo menciono como ejemplo del triunfo aplastante del hombre-masa sobre el individuo.


Mito #2: Democracia

Ver arriba. Una nación no puede ser democrática, pues su esencia es el hombre-masa. Los líderes que mejor promuevan las ilusiones de la gente siempre serán electos gobernantes. El líder "democrático" siempre pasará por alto la psicología del individuo. Error crítico, puesto que sólo el desarrollo del individuo puede inclinar la balanza y crear comunidades verdaderamente funcionales.

Los partidos políticos son un error en sí mismos. Son herméticos, polarizantes y jerarquizantes, terriblemente burocráticos. Al llamarse a sí mismos partidos, maniqueizan la situación política, dividiéndola en "el partido en el poder" y "la oposición". Son muy infantiles y no tienen una visión de la totalidad. Han perdido toda virtud de mediación, y su juego se ha vuelto una política de bajo perfil, cínica y demagógica.

Soy de la opinión de Václav Havel, de que los partidos políticos deberían tener un carácter de clubes políticos; es decir, deberían suprimir toda burocracia y convertirse en sociedades más abiertas con los ciudadanos. No deberían participar directamente en las elecciones ni hacer apriorísticamente el soporte del poder de nadie. En pocas palabras, no deberían participar en el poder. Idealmente, sólo formarían el apoyo espiritual de los funcionarios electos.

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¿Cómo podría funcionar todo esto? El economista Leopold Kohr propuso un sistema muy sensato. Las naciones deberían dividirse y, más o menos como en la Antigüedad, formar ciudades-estado. Si nos concentráramos en nuestra situación local, habría mayor oportunidad de participación social por parte del ciudadano común y, por lo tanto, la conciencia social se expandiría. Todos nos sentimos importentes al ver los problemas que suceden en comunidades que están a cientos o miles de kilómetros dela nuestra. Es esa sensación de enormidad la que contribuye, en gran parte, a nuestra apatía. Somos pequeños, pero lo pequeño es valioso y por ahí se debe empezar. Hay mayor oportunidad de formar una identidad colectiva a nivel local que nacional. Por otro lado, las ciudades-estado siempre pueden formar bloques entre sí, conservando, de cualquier forma, su autonomía. Quizás esto no destruya al hombre-masa, pero sin duda contribuiría considerablemente a la desmasificación, puesto que su enfoque se acerca más a las pequeñas comunidades y a la auténtica participación social.

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Pero todos esos son sueños y nada más. La humanidad avanza a pasos lentos, y normalmente toma una larga serie de catástrofes para que el humano colectivo finalmente reaccione y se desarrolle. Actualmente estamos frente a un cataclismo más, y esta vez sin precedentes: destrucción económica global, cambio climático, etc. En este mundo masificado y globalizado, hay poco que hacer al respecto.

Ante esto, creo que sólo queda el desarrollo individual. Cada quien debe trabajar en su propio entorno social: pareja, familia, amigos. Repito que lo pequeño es valioso. Pudiendo con lo menos, estaremos preparados para lo más.



*Referencia geek al genial videojuego del Orange Box.

viernes, 6 de junio de 2008

Cuatro películas

Esta semana renté algunas películas que había querido ver desde que se estrenaron, pero que por cualquier motivo no me animé a ver hasta ahora. Mis impresiones:

*spoiler alert*

No Country for Old Men. La última de los hermanos Coen. Trata acerca de un veterano de Vietman que, por casualidad, encuentra una maleta con 2 millones de dólares, producto del narcotráfico. Se la queda, y un psicópata enfermísimo lo persigue. Entran otros personajes, más notablemente el de un viejo sheriff local, interpretado por Tommy Lee Jones. Al principio no sabía qué pensar de esta película. Después de todo, son los Coen, y tiene sus momentos brillantes. Pero le falta coherencia. Hay muchas cosas que lo dejan a uno preguntándose qué demonios sucede, y la verdad no creo que ni los Coen supieran bien de qué trataba. Debe ser por eso que termina tan abruptamente, con los sueños de Tommy Lee Jones, que por cierto son muy superficiales. Por otro lado, también es algo lenta, y se toma demasiado en serio cosas que parecen sacadas de un cómic. De verdad: todos los personajes parecen de cómic, con diálogos, gestos, y todo propio de ese género.

The Bourne Ultimatum. Me gustaron las dos películas anteriores de Bourne, porque tenían secuencias de acción bien realizadas, un ritmo galopante y bien estructurado, y una trama que estaba mejor pensada que la mayoría de las películas hollywoodenses de espías. No es gran cosa, pero es entretenimiento de calidad. Esta última mandó la trama por el excusado y se enfocó casi al 100% en las escenas de acción: persecuciones, tiroteos, peleas exhaustivamente coreografeadas, etc. Debo decir que sigue siendo de primera en ese sentido, pero en general no me dejó tan satisfecho como las anteriores. Sin embargo, como quiera entretiene.

Cloverfield. Trata acerca de unas personas que se aventuran a rescatar a una amiga de ellos cuando un monstruo enorme ataca Nueva York. Uno de ellos va grabando lo que sucede con su handycam, y así es como se nos presenta, al estilo de Blair Witch Project, pero con un twist de ciencia ficción. Es muy buena. Las actuaciones son excelentes, los efectos especiales también son geniales, y el ritmo lo deja a uno picado. El desarrollo de los personajes es buenísimo. Sí, sigue siendo Hollywood y tiene su largo repertorio de clichés, pero al menos es algo un tanto más original de lo que se suele ver y está muy bien realizada. Vale la pena.

The Black Dahlia. No sé porqué la gente critica tanto esta película. Sí, es de Brian de Palma, quien ha apestado por las últimas dos décadas, pero esta vez le salió bien. Parece que recobra el toque. Es una adaptación de la novela negra de James Ellroy (que no he leído, pero he oído que es muy buena), la cual está basada sobre un caso real de asesinato en los años 40. El homicidio de la Dalia Negra destapa las cloacas en la estrecha relación que dos policías llevaban. Buena parte de la película es lenta, puesto que el caso se encuentra estancado y todo es incertidumbre, pero los últimos 40 minutos o algo así valen toda la película. Es un filme bastante oscuro, con buena escenografía y estilo narrativo clásico del noire. Ciertamente el estilo es un poco exagerado, pero en general pienso que es una buena película. ¿Pudo ser mejor? Probablemente. Pero como quiera la disfruté.

martes, 3 de junio de 2008

Gyms

Tengo un amigo al que le dio por ir al gym, desde hace rato. Dice que la hora del gym es uno de sus momentos más felices del día, que lo hace sentir vivo. Hace tiempo, cuando estaba hablando de eso, me dijo: "Es que ya no me queda otra cosa". Ese comentario me sacó de onda. "¿Qué? No entiendo." -"Sí, es que no music, no vieja, no futuro..."

Eso se escuchó deprimente, y no es que lo considere una persona depresiva; en realidad, es bastante vitalista. Lo que tiene es una melancolía de lo más común. Como sea, creo que comienzo a comprenderlo. El gym al menos da algo en qué entretenerse, y supongo que el oxígeno ayuda a despejar un poco la mente y a sentirse más enérgico. O algo. Sí, imagino que la gente que se precia a sí misma trata de mantenerse en forma. Y quienes no, al menos se evaden con el ejercicio.

Hace un año terminé una dieta muy severa, en la que pude bajar 17 kilos. No; no soy un elefante. Mi complexión ayuda a disfrazar la obesidad. En serio. Supuestamente me faltaba bajar otros 8 kilos o algo así para llegar a mi peso ideal. La gente empezaba a decirme (y les creía) que si bajaba todo eso, me vería famélico, con todo y que pesaría 82 kilos. En fin, terminé la dieta sin problema, la nutrióloga estaba contentísima conmigo y con mi disciplina, pero luego me valió verga. Digamos que me mantuve en los 90 kilos por alrededor de unos 5 meses. Después, ya no me importó, y ahora -aunque no llego a mi grado de obesidad anterior- seguro que estoy cerca de los 100 kilos. No me he pesado; no tengo báscula.

Como sea, reinicié mi dieta hace poco, aunque sin la severidad terrible de la pasada y sin ninguna medida de control. Simplemente la sigo en un grado un poco menos... pues pinche. Porque antes debía desayunar licuados insípidos y hacer "desintoxicaciones" (pura yerba, jugo y un poco de pollo) cada dos semanas. En fin, creo que se empiezan a notar los resultados.

¿Valdrá la pena ir al gym, entonces? Aunque sea por motivos similares a los de mi camarada. Hace 10 años que dejé todo tipo de ejercicio. Mi estómago está tan flácido como el de Robert DeNiro, y eso que él me lleva como 40 años. En fin, lo consideraré.