sábado, 26 de julio de 2008

Rome

Hace poco terminé de ver las dos temporadas de la serie Rome, de HBO. Cuenta la historia de la formación del Imperio Romano, y, en 20 episodios, supuestamente abarca desde la conquista de Galia por Julio César, en 51 a.C., hasta la derrota de Marco Antonio por parte de Octavio, en 31 a.C. (Por supuesto, entre las varias licencias que se toma la serie con respecto a los hechos históricos, también está el tiempo; en realidad, pretende abarcar un periodo más corto, para poder contar las historias ficticias de una manera más coherente.)



Los personajes principales de la serie son Lucius Vorenus y Titus Pullo, dos soldados que César mencionó de paso en su Guerra de las Galias. En Rome, aparecen como dos sujetos destinados (por los dioses, según Julio César) a participar de una manera importante en la historia romana. Son dos tipos muy distintos: Vorenus es un sujeto recto y muy rígido, hombre de familia, de carácter duro si bien un tanto ingenuo; y Pullo, en cambio, es un soldado vividor e impulsivo, con una personalidad simple en apariencia, que gusta del juego, la bebida y las prostitutas. Poco a poco, como jalados por las fuerzas del destino, forman una amistad que al principio parecería inverosímil, y se involucran considerablemente en los hechos que transformaron la República en un Imperio.

Por supuesto que, aparte de ellos, hay toda una variedad de personajes en Rome, y es increíble como lograron desarrollarlos tanto en sólo unos pocos episodios de entre 40 y 50 minutos. Para mí, la primera temporada fue la mejor de ambas. Ahí, se introduce a Julio César como un sujeto brillante y notablemente sociopático; pero lo que más destaca es cómo logran mostrar su lado más humano, el cual es bastante conflictivo. La caracterización que hicieron de un Octavio adolescente fue de lo más genial en la historia: un muchacho superdotado, pero frágil e inexpresivo, y un tanto afeminado, pues su personalidad ha sido moldeada por su maquiavélica e imponente madre, y por hermana, también sumamente perturbada.

Marco Antonio y Cleopatra, en contraste, aparecen como caricaturas de sí mismos. Antonio es un tipo duro, un asesino bruto, despiadado y nada cortés, pero bastante ingenioso. Uno no puede evitar reírse de sus frases y de su actitud burlona. A Cleopatra la pusieron como el icono que todos conocemos: una mujer sensual y superficial, hambrienta de poder, la típica prostituta castradora. Diría que estos personajes son una decepción, pero la verdad es que le dan un sabor muy agradable a la serie; y, en cualquier caso, su imagen se redime al momento de sus muertes, en unas escenas dramáticas excelentemente realizadas.



También me sentí algo decepcionado cuando vi a Cicerón y a Bruto. Al principio, Bruto parece un fresa cualquiera de la del Valle, y Cicerón es un aristócrata histérico y algo antipático; y no aquel gran orador carismático y astuto, como se le conoce. Pero ellos dos también se redimen a la hora de morir (especialmente Cicerón). En realidad, todas las secuencias de muerte de personajes importantes son bastante impactantes.

No soy ningún especialista en historia romana, pero, por lo que conozco, la primera temporada pareció ser la más apegada a los hechos históricos. Lo ficticio aquí consiste, más que nada, en las vidas personales de los personajes, en su psicología y los motivos que les dan para hacer lo que hicieron. En ese sentido, el drama es complejo y muy intrigante. Las distintas historias de los personajes, las escenas de peleas, el drama familiar y la intriga política hacen que la serie tenga un ritmo muy fluido e interesante. La estructura de la narración es perfecta en esta primera temporada.

Las actuaciones son excelentes en todos los casos. La producción es impresionante: el vestuario, la ambientación de una Roma eternamente decadente, llena de crimen, mafias, prostitutas y mendigos, es perfecta. La fotografía es muy buena, y la escenografía es bastante realista, tanto si se está en Roma, en Egipto, en Macedonia, en algún lugar rural o en el campo de batalla. La música fue compuesta por Jeff Beal, quien también ha trabajo en otras series como Carnivàle, Monk, Ugly Betty y Nightmares and Dreamscapes, así que saben que es bueno.

Por cierto que es una serie muy fuerte en cuanto a lo visual. Las peleas siempre son carnicerías, con demasiada sangre y gore; y prácticamente no hay un capítulo que no contenga escenas sexuales bastante explícitas (especialmente durante la segunda temporada). Todo esto crea un ambiente excelente, muy in-your-face, lleno de brutalidad y hedonismo. La verdad, me gustó bastante que no se dejaran restringir por la censura.

La primera temporada me pareció casi perfecta, y su final trágico fue de lo mejor. Durante la segunda, las cosas cambian bastante. Los personajes que no se desarrollaron tanto en la primera, como Marco Antonio, Cicerón y Bruto, se redimen bastante en la segunda; pero, en cambio, personajes como Octavio y Atia (la madre de Octavio), aparecen como meros estereotipos. Bueno, siendo justos, quizás Atia no tanto, pero su situación pasa, de ser pivotal en la primera temporada, a mucho cliché telenovelesco en la segunda. En la segunda temporada, se tomaron muchas más libertades con respecto a los hechos históricos, cosa que siento que fue un error. Lo que quiero decir es que, durante la primera temporada, se dio una explicación ficticia muy interesante acerca de los motivos personales de los personajes, que propiciaron los hechos históricos; pero, en la segunda, prefirieron hacer una ficción casi entera. Fue un cambio completo en el sentido de la serie. Aún así, no puedo decir que no la disfruté, especialmente las escenas más dramáticas.

En fin, como todo, tiene sus detalles, pero Rome es una excelente serie.

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