lunes, 21 de julio de 2008

Sueño

Estoy caminando sobre la arena. No estoy seguro sobre mi atuendo, pero mis pies están desnudos. Tengo un garfio clavado en la espalda, justo entre las vértebras. Aún así, puedo moverme con libertad; sólo siento una molestia constante, como punzadas. De cualquier manera, no me atrevo a arrancármelo; pudiera ser que me haga un daño permanente. Necesito que alguien más lo haga, un doctor, un especialista.

Volteo hacia abajo y veo una serpiente que se arrastra entre mis pies, siguiendo mi ritmo. En realidad, los traspasa; o yo la traspaso a ella. No estoy seguro de quién es el fantasma. La escena me resulta familiar. Ya la he vivido, hace un par de años.

Muchas cosas no han cambiado, pero otras sí. La luz es crepuscular; más bien, no estoy seguro si el sol está levantándose o poniéndose. Hay un azul monocromático permanente. Pero el cielo es distinto; en el horizonte se ve un azul celeste, que poco a poco se va oscureciendo, pasando por varias tonalidades, azul marino, diamante, violeta. Las estrellas brillan bastante. Es una vista bonita. (Siento no poder describirlo mejor; no soy poeta).

Estoy en el desierto. Lo conozco bien; ya he estado ahí antes, es mi territorio, soy el señor del lugar. Hay grandes monolitos de piedra, pero no podría decir si son formaciones naturales o ruinas de una civilización antigua. Todo parece estar muerto, pero no es así; debajo de la arena se esconden todo tipo de reptiles, salamandras, arañas, cienpiés, escorpiones e incluso algunos pájaros, que hicieron su hogar entre las piedras. A ellos los he descuidado, y no los conozco del todo. Siento un ligero temor: mientras estuve ausente, la vida aquí se volvió todavía más salvaje. Podría volverse en mi contra, pero creo estar preparado para ello. De cualquier manera, sigo reinando aquí.

Sé que detrás de la colina está la costa. Al llegar ahí, puedo ver el sol a lo lejos, pero sigo sin saber si es el este o el oeste. No se mueve. Veo una isla cerca, como a un kilómetro de distancia. Me pregunto si podría llegar nadando, como en World of Warcraft, pero esto no es un videojuego. No soy un elfo incansable; la fatiga me ahogaría a medio camino. Y, sin embargo, el mar es similar al de WoW: hay ruinas debajo de él, y criaturas hostiles e impredecibles. En la superficie, el mar está tranquilo, pero sus profundidades son otro mundo, más turbulento y caótico.

En la costa encuentro los restos de un naufragio. Casi toda la madera está inservible. No puedo construir una balsa, pero sí un flotador. El problema es que el flotador es más inseguro, con todos los seres que hay bajo el agua. Y no puedo hacerme invisible, como mi personaje rogue de WoW. Me pregunto si valdrá la pena el riesgo. Hay árboles en la isla, como un bosque. En el centro, hay una montaña enorme. Está dedicada a un dios, con el que sé que debo hablar. Por algún motivo, tengo la impresión de que el lugar está habitado, en contraste con mi desierto. Y, sin embargo, sigue siendo una isla. Pero quizás tenga un puerto, con barcos que la transiten frecuentemente. Cada vez me hago más a la idea de nadar hasta allá, con la ayuda de un flotador improvisado.


Hace dos años tuve un sueño similar, pero sin la isla. Creo saber lo que significa, pero no lo he podido interpretar por completo. O quizás no quiero hacerlo. No lo sé.

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