martes, 5 de agosto de 2008

La tercera virgen


La tercera virgen es la novela de Fred Vargas (pseudónimo de Frédérique Audoin-Rouzeau) que más recientemente ha sido publicada en español. Soy un gran fan de esta autora, y, aunque solamente he leído tres de sus libros (incluyendo éste), todos me han dejado muy satisfecho e impresionado.

La tercera virgen continúa casi inmediatamente después de Bajo los vientos de Neptuno. El comisario Adamsberg sigue con su turbulenta vida personal y profesional después de los traumáticos eventos de aquella última novela. Como siempre, tiene un caso de lo más extraño y complicado ante él. Una mujer ha asesinado a un par de hombres y ha profanado un par de tumbas. De la manera más rara, estos hechos comienzan a hilarse con la muerte de algunos ciervos, el robo de unas reliquias, el escape de prisión de una anciana maniática y disociada, un curioso conjuro del siglo XV, y la figura fantasmal de una monja que se aparece en el recién adquirido recinto de Adamsberg. Además, un hombre de su pasado, con bastante resentimiento, se infiltra en las filas de la Brigada de París y ayuda a enredar más las cosas.

Todo se escucha excesivamente complicado, pero el talento de Fred Vargas justamente consiste en tomar algo inverosímil, o incluso cosas cliché (como en Bajo los vientos de Neptuno), y transformarlo en algo completamente único y original. Sus novelas siempre están llenas de twists muy bien logrados. Su técnica narrativa es impecable. Sabe cómo involucrar al lector no sólo en el misterio policiaco principal, sino en múltiples enigmas que se desarrollan simultáneamente en las vidas personales de los personajes, y que poco a poco se van entrelazando con los crímenes que investigan. Por ponerlo de otra manera, maneja muy bien el simbolismo, el reflejo entre lo interior y lo exterior, cosa que le imprime mucha sustancia a la obra.

Las novelas de Vargas no son nada predecibles. Justo cuando uno piensa "ajá, ya lo tengo, ya sé quién fue, ya sé lo que pasará", la autora sorprende con un twist completamente inesperado, pero muy bien pensado y justificado. Le encanta engañar a los lectores, y lo sabe hacer muy bien. Ciertamente, hay cosas que pueden parecer bastante inverosímiles, pero aquí hay que tener en cuenta el dilema del que habló Umberto Eco, y saber distinguir entre lo inverosímil y lo improbable. Vargas lo justifica todo, se documenta en hechos y casos comprobados, si bien excepcionales; es decir, lo que, en sus novelas, puede parecer muy fantástico, siempre está basado en sucesos que ocurrieron realmente en nuestro mundo. El problema pudiera ser que, tomado en conjunto, tal vez todo lo que describe vaya un tanto más allá de lo creíble, y raye en lo surrealista. Pero, en cualquier caso, eso es justamente lo que le da un toque especial a su literatura.

Lo que trato de decir es que, básicamente, Vargas puede obtener un equilibrio muy fino entre lo cliché, lo que todos querríamos ver, y lo original, profundo y auténticamente sustancioso. Sé que suena raro, pero precisamente es lo que esta escritora hace. No me pregunten cómo. Es una genio.

Por cierto que con esta novela hay que ser un poco pacientes. Las primeras 100 páginas son algo lentas, y en ellas sólo se introducen los personajes, viejos y nuevos, se establece el contexto, el crimen básico, los escenarios, etcétera, pero todo ocurre de una manera un tanto enigmática y con un ritmo ligeramente cansado. Francamente, medio me aburría en partes y comenzaba a hartarme de los diálogos crípticos de Adamsberg, pero seguí el consejo de Eco, acerca de aguantar las primeras cien páginas, pues no suelen ser iguales al resto y, en cambio, son indispensables para poder entender la obra en todo su sentido, puesto que establecen la base del mismo. Y así fue. Pasando la página 100, la novela adquiere un ritmo completamente distinto, mucho más fluido y, a partir de entonces, uno no puede evitar picarse con esto.

Extraño título que editorial Siruela le dio, considerando que el original es Dans les bois éternels, que significa En el bosque para siempre (según me dijeron), pero, en cualquier caso, La tercera virgen aplica bien, aunque se aparte mucho del original francés.

En fin, es una novela excelente, con mucha sustancia y entretenimiento. Saqué un montón de citas geniales de aquí, por cierto. La puedo recomendar ampliamente.

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