jueves, 30 de octubre de 2008

Porqué NO quiero que cremen mi cadáver

La cremación de cadáveres es de lo más usual hoy día. Mucha gente elige ser cremada, principalmente, porque no les atrae mucho el proceso de putrefacción, porque la cremación supuestamente es más limpia o porque desean tener un funeral poético donde esparzan sus cenizas en el océano o en algún otro lugar de valor especial para ellos.

Bueno, cuando yo muera, no quiero que me metan al horno. Mis motivos:

1. La cremación, en términos simbólicos, representa una ansiedad por entrar en el olvido. Nuestro cuerpo es aquello que simbólicamente nos ata a este mundo, y el querer deshacernos de él significa que existe una urgencia por apartarnos de aquí cuanto antes, de que nuestros familiares y seres queridos "superen" nuestra pérdida lo más pronto posible. Eso está de la chingada. Lo siento, pero al olvidar a los muertos nos distanciamos de nuestra propia humanidad, de nuestra capacidad para establecer relaciones profundas con los otros. Es justamiente el miedo a la pérdida lo que propicia este tipo de mecanismos de defensa y yo, en lo personal, pienso que la mejor manera de lidiar con esta realidad es afrontarla como es. Eso de esparcir las cenizas en el mar se me hace nefasto; el mar justamente representa el caos primordial, la indiferenciación. Básicamente, da a entender: "ya no quiero saber nada de este mundo, no lo disfruté y no le encontré sentido alguno". Yo no quiero dar ese mensaje final.

2. Quiero que mi cuerpo se pudra y descomponga, que se llene de gusanos y suelte nutrientes. Quiero formar parte del ciclo de carbono, que mis restos ayuden a otorgar nueva vida, en vez de permanecer estériles, como ceniza. Por eso mismo me rehuso a ser embalsamado. Sí, aunque apeste. Que se aguanten durante el velatorio.

3. Siempre existe la posibilidad de que regrese como un zombie. Bueno, no realmente, pero vaya si estaría chido que sucediera.


Así que eso es eso. Como sea, me agrada la idea de que mi esqueleto permanezca ahí durante siglos y siglos.

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