miércoles, 11 de junio de 2008

Religión, pt. 2/3

Ya que hablé de mi postura acerca de la religiosidad en general, ahora diré lo que pienso sobre la doctrina religiosa en sí. Lo que voy a decir aquí es mucho más subjetivo que lo anterior; en realidad, es pura especulación y reflexión. No tengo una fe ciega en esto, ni sostengo que sea verdad, porque no puedo estar seguro de nada. Solamente son mis opiniones, basadas en lo que he leído, estudiado, oído y visto.


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Dios y el Universo

¿Por qué creo que existe la divinidad? No puedo decirlo a ciencia cierta. Simplemente ha sido una seguridad que ha estado en mí desde siempre. La segunda función de mi personalidad es la intuición (la primera es el pensamiento), y he notado que el sentimiento religioso es algo muy común entre los tipos introvertidos intuitivos. Quizás sea porque nos es más sencillo contactar con lo inconsciente, y por lo mismo sentimos atractivo por lo simbólico, lo mitológico y lo numinoso. Ciertamente, he encontrado algunos tipos iguales o similares al mío (intelectuales intuitivos o intuitivos intelectuales, introvertidos ambos) que se dicen agnósticos, pero que de cualquier manera comparten un gran interés por lo religioso. Lo cierto es que no he encontrado a un solo introvertido intuitivo que sea ateo. Creo que el ateísmo es más propio de los tipos sensitivos.

Así que creo que mi sentido de lo religioso ha sido determinado tanto por mi formación familiar como por mi tipo psicológico. Pero la razón tampoco queda de lado. Pienso que un universo sin seres concientes es un universo sin sentido; por lo tanto, no creo que estemos aquí fortuitamente. Tenemos una configuración mental inconsciente que refleja el mundo externo. Compartimos una tendencia natural hacia la autorrealización. Esto quiere decir que la naturaleza misma nos impulsa hacia el descubrimiento del sentido. Somos parte de un mundo que atraviesa por incontables ciclos y transformaciones, formamos parte de ese engranaje dinámico. Y toda dinámica en la naturaleza tiene una finalidad. Entonces, si la naturaleza quiere que encontremos un sentido dentro de nuestras limitaciones, es porque existe un sentido mayor.

Los dioses que encontramos en las religiones y mitologías del mundo reflejan arquetipos de lo inconsciente colectivo. Sabiendo esto, sería fácil reducir la religión a psicología, pero no si se tiene en cuenta que lo inconsciente es la voz misma de la naturaleza. En todo caso, pudiera ser que nuestra mente fuera el medio por el que ocurre la comunicación con lo más trascendente. El mensaje religioso, por cierto, no es unívoco, sino que varía mucho de acuerdo a la situación cultural e individual. Pero todos apuntan hacia la misma dirección: el acercamiento a la totalidad, la gracia, el Tao, el atman, etc.

Entonces, creo que en cierta manera se me podría llamar panteísta; pienso que hay un sólo mensaje y un sólo sentido detrás de toda experiencia religiosa. Lo único que varía es el camino.

¿Un dios o varios dioses? No estoy muy seguro; probablemente ambas cosas. El mundo y la mente son paradójicos, contradictorios e incomprensibles. ¿Por qué lo divino no habría de serlo? Como quiera, me inclino más hacia el politeísmo. Es justo darle a cada arquetipo su lugar, en vez de subordinarlos a un jerarca absolutista, como ocurre, por ejemplo, con los santos y ángeles del catolicismo. Después de todo, los dioses siempre trabajan por la totalidad; pero, para llegar a ella, primero es necesario conocer bien sus partes.

Quisiera hablar también del budismo, que es una religión que difiere del resto en su búsqueda. Su meta es alcanzar el Nirvana, el estado de absoluta pasividad. El Nirvana tiene su paralelo en el concepto gnóstico de Pleroma, que es la masa de elementos primordiales con la que se creó el mundo. El Pleroma es la materia prima del universo, que reúne a todos los opuestos en un estado indiferenciado, pasivo. Nuestro mundo existió cuando las sustancias del Pleroma fueron extraídas y puestas en un estado dinámico, de constante lucha de opuestos. La meta sería, entonces, buscar una manera de conciliar los opuestos, de forma que la existencia continúe siendo dinámica, pero a la vez armónica. El budismo no ve el sentido en esto, y prefiere regresar al estado primordial, pasivo e indiferenciado del Pleroma. Básicamente, el budismo ve al universo como un error. Ellos no buscan el sentido, sino la falta de sentido, el olvido total. Francamente -y con todo el respeto que tengo por la sabiduría budista- encuentro muy cobarde a su meta última. Según ellos, lo humano terrenal -que, más que nada, sería la emoción- es algo corrupto y pasajero. Y quizás lo sea, pero si no lo han explorado por completo, y si sólo han experimentado sus consecuencias más terribles, sin conocer su evolución total, ¿cómo pueden juzgarlo? ¿Por qué se dan por vencidos tan pronto?

Miles de mitos alrededor del mundo hablan de la caída de la gracia del hombre, de la pérdida del paraíso primordial. Esto bien podría referirse al estado del Nirvana/Pleroma, aunque sería un poco tonto, porque en primer lugar no podríamos tener memoria de un estado de inexistencia. Hay otro mito al que personalmente le encuentro mucho sentido. Es un mito cabalístico que cuenta que, en un principio, dios era un todo armónico, total, y todo lo existente participaba de él, porque era él. Pero, por algún motivo, las 10 sephiroth del árbol que sostenía el universo -que representan 10 atributos divinos- se rompieron, y desde entonces reinó el caos. Entonces, Dios, el Aur Ain Soph, tuvo que crear seres conscientes, separados de él, pero que a la vez participaban de su esencia y de la del universo, que lo ayudaran a reparar las sephiroth y regresar al estado armónico primordial. Ése es el hombre y ésa es su misión. Tiene sentido. Toda religión admite que el hombre tiene potencial divino. Por lo tanto, si nosotros encontramos la armonía interna y somos capaces de vivir de acuerdo a este principio, estaremos ayudando al Aur Ain Soph a recuperar lo perdido.

Eso explicaría mucho, ciertamente: Dios está perdido y necesita nuestra ayuda.

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Todo esto, como dije, son especulaciones mías. Son los mitos a los que yo, personalmente, les encuentro más significado.

Nuevamente, el post salió largo y me cansé sin terminar de decir todo lo que quería. Tendré que hacer una tercera parte.

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