martes, 10 de junio de 2008

Religión pt. 1/3

Yo nací en una familia sumamente católica. Mi padre estudió 11 años en el seminario local y, por el lado de mi madre, hay "vena levítica"; es decir, hay una cantidad enorme de sacerdotes, monjas y obispos en mi árbol genealógico. Incluso un tío bisabuelo mío está en proceso de beatificación. Yo estudié la primaria y secundaria en un colegio católico para niños ricos (a pesar de que yo era niño pobre, aunque con buen apellido), dirigido por los nefastos Legionarios de Cristo. En realidad, tuve mis problemas con ellos y fui expulsado cuando tenía 14 años.

Así que mi formación fue extremadamente religiosa y conservadora. Con todo, no fue 100% ortodoxa, ya que mis padres le entraban a un rollo más "místico": ellos forman parte de la cuestionada Orden de los Ángeles, fundada por videntes, y siempre mantuvieron un contacto estrecho con todo tipo de videntes, místicos y exorcistas, como el famoso padre Rodolfo Villarreal Martínez, de quien se cuentan mil cosas extrañísimas. Mis papás siempre han tenido una relación muy ambivalente con el dogma católico.

Por mi parte, yo renuncié al cristianismo en general hace 7 años, cuando tenía 18. El dualismo cristiano nunca me satisfizo. Simplemente me es imposible creer en cosas tan incoherentes como la doctrina según la cual el mal es sólo privatio boni, privación del bien. El cristianismo nunca ha sido una religión de la totalidad; es incompleta puesto que deja fuera al otro dios, Satanás. La represión del lado oscuro ha bloqueado una gigantesca fuente de creatividad, que en muchos sentidos resultó en un estancamiento terrible de la mente humana colectiva. También tuvo consecuencias más tangiblemente destructivas y barbáricas, como la persecución de brujas y herejes, o las Cruzadas medievales. Por otro lado, la noción del infierno es algo tonta y contradice la supuesta misericordia infinita de Dios. #1 No hay nada que te puedan hacer en el infierno que no te puedan hacer aquí; y #2, los seres humanos crecemos sobre la base de la prueba y el error, y muchas vidas son errores totales, puesto que así es la naturaleza. ¿No sería más coherente que nos dieran otra oportunidad (como, por ejemplo, en la reencarnación) en vez de condenarnos para siempre por una metida de pata temporal? El cristianismo nunca ha podido aceptar los principios más básicos de la diversidad.

Así que dejé el cristianismo y no me interesé por adoptar otra religión establecida. Con todo, no creo haber abandonado el espíritu religioso en ningún momento. El ateísmo tampoco me convenció. La mayoría de los ateos que conozco no son auténticos ateos. Pinchas Lapide los dividió en 3 categorías, y yo tiendo a estar de acuerdo con él: en primer lugar, están los anticlericales, más enojados con el personal de a pie de dios que con dios mismo; los pseudoateos, enojados con el dios que les han pintado en las escuelas y las iglesias, porque no satisface sus necesidades más profundas; y los antiteístas, más existenciales, que están enfrentados con dios porque no le pueden perdonar los males del mundo. Pero ninguno es ateo en el verdadero sentido de la palabra. A un ateo, dios debería serle indiferente. Pero en todos estos casos, la mención de dios o de la religión provoca una reacción emocional fuerte. Esto también contradice la aparente lógica férrea con que intentan defender sus argumentos. En el fondo, no hay tanta razón como obstinación.

Y es que cuando se habla de religión se habla de símbolos, que son de naturaleza numinosa. Estos símbolos son totales; es decir, involucran todas las funciones de la personalidad humana, por lo que no pueden ser tratados de manera puramente intelectual. Es imposible objetivizarlos. Por lo tanto, si uno "cree", le va a ser difícil aceptar su lado racional y sus propias dudas. Y si uno no tiene ideas religiosas, le va a ser difícil confesarse a sí mismo el sentimiento de esa falta. Entonces, las posturas se polarizan y se hermetizan. Uno negará su razón y el otro negará sus emociones. Al menos el agnóstico es más noble y sincero, pero creo que él también pierde de vista el punto. Tanto el ateo como el agnóstico dan primacía a la razón, pero no se dan cuenta que el espíritu religioso se basa en la revelación. Como dijo Jung, uno no posee las ideas religiosas, sino que es poseído por ellas. De cualquier forma, ¿realmente saben qué es la razón? ¿Por qué la razón debe tener la supremacía? ¿Qué no, en todo caso, la divinidad sería una instancia trascendente, superior a todo juicio racional? Ésas son cosas que siempre se pierden de vista. Como sea, tanto los argumentos de los "defensores de la fe" como los de los "defensores de la razón" son igualmente fútiles y tienen una misma estructura, simplemente orientada en direcciones opuestas.

Básicamente, decir "creo en dios" es como decir "mi mujer es la más hermosa de todas". Ambas son afirmaciones válidas que satisfacen una realidad personal. Y creo que, aquí, personal es la palabra clave. La divinidad siempre nace de la búsqueda interior; su movimiento es de adentro hacia fuera. También es por eso que me desagrada la gente que intenta encontrar un sustituto religioso en lo externo, en los ismos, en el pensamiento utópico, en la lucha social, en el psicoanálisis, etc. Esta falta de consciencia puede ser verdaderamente corrosiva, puesto que se traslada el sentido de lo trascendente a algo meramente transitorio y perecedero, y, así, es sencillo caer en otra clase de dogmatismo, que difícilmente resulta satisfactorio para el espíritu.


Vaya, salió largo el post y ya me cansé de escribir. Terminaré de decir lo que quiero en la siguiente entrada.

1 comentario:

Unknown dijo...

Te dejo una liga de la filosofía del Papa Juan Pablo II explicando la corriente del racionalismo. Hay más.

Saludos
http://es.gloria.tv/?media=162284