viernes, 2 de enero de 2009

La Nueva Ciudad de Dios


La Nueva Ciudad de Dios es un libro escrito por un par de profesores españoles, Andoni Alonso e Iñaki Arzoz, y publicado por editorial Siruela en 2002. Los autores lo llaman "ensayo cibercultural", entendiendo la "cibercultura" no como una cultura que específicamente gire alrededor de los avances tecnológicos y cibernéticos, sino como la cultura general de la que formamos parte. Es decir, la "cibercultura" efectivamente ha brotado de las tecnologías cibernéticas, pero su influencia ha sido tal que ha revolucionado la manera de pensar y vivir el mundo.

La tesis que estos autores sostienen es que, con estos nuevos cambios y el nacimiento de la era de la información, se ha empezado a crear -inconsciente, semiconsciente o, en algunos casos, muy conscientemente- una especie de movimiento religioso secular, al cual aquí llaman "digitalismo". Los escritores sostienen que dentro de la consciencia colectiva comienza a surgir una serie de nuevos mitos, ambiguos y difusos, todavía no muy bien definidos, pero entre los cuales se pueden distinguir algunas imágenes y símbolos básicos. El esquema de esta nueva religión parece ser tradicional, y sus antecesores se remontan al misticismo gnóstico, al cristianismo y, especialmente, al hermetismo medieval y renacentista. Es por esto que a este nuevo movimiento religioso también lo llaman "tecnohermetismo".

El mito o figura central de este nuevo culto es La Ciudad de Dios que Agustín de Hipona propuso en su tiempo como una apología del cristianismo; es decir, la Jerusalén Celestial en la cual, según la creencia, el Hijo del Hombre resucitará a las almas justas, derrotará a Satanás y gobernará en armonía por la eternidad. Por supuesto, se trata de un mito que está presente en diversas formas a través de centenares de culturas, pero la Jerusalén Celestial es particularmente relevante en nuestro contexto occidental y en su presencia cada vez mayor en un mundo globalizado.

En resumen, lo que ahí se expone es que el pensamiento cientificista moderno está creando, a su manera secular y hasta atea, una nueva forma de religiosidad que conduce a una especie de filosofía utópica, creada a través de predicciones tecnológicas y consejos prácticos para el futuro inmediato. La utopía no es propuesta de una manera directa, moralista y airada (como lo hicieran -y hacen- miles de líderes políticos y religiosos del pasado); se transmite más bien a través de una actitud optimista, casi enteramente centrada en los avances técnicos, con la cual se predice un final o transición cultural (una especie de apocalipsis light) que, a juicio de sus defensores, traerá más bienes que males. Ese ideal no es otra cosa que la Ciudad de Dios agustiniana, revalorada a la luz de nuestra situación actual.

Entre los apologistas de esta Nueva Ciudad de Dios, destacarían nombres como Bill Gates, Frank J. Tipler, Alvin Toffler, Nicholas Negroponte, Michael L. Dertouzos, Esther Dyson, por mencionar unos pocos. Por supuesto, tan difusa como es esta Nueva Ciudad de Dios, no todo aquí se divide en blanco y negro; hay autores, como el filósofo Peter Sloterdjik y el intelectual Kevin Kelly (fundador de la revista Wired y quien por cierto hizo una contribución muy buena a este libro), que a veces se muestran ambivalentes y hasta contradictorios en sus ideas. El caso es que la naturaleza de este nuevo pensamiento utópico está ligada a una idiosincracia muy norteamericana que pretende expandirse hasta ocupar todo el globo. En pocas palabras, lidiamos con una forma de imperialismo.

Es por esa razón que los autores opinan que el nombre auténtico de la Nueva Ciudad de Dios sería, en todo caso, Nueva Babilonia. Por supuesto, en la historia de la humanidad abundan lecciones acerca de las terribles consecuencias de las ideologías utópicas e imperialistas, de su fracaso inherente, su dogmatismo y el desastre humano, social y cultural al que invariablemente conducen. Es por esto que aquí se propone la creación de una "Ciberatenas" en contraposición a la Nueva Babilonia. Pero esta Ciberatenas no es una contrautopía ni se sitúa aparte de la base del "Ciberimperio". Al contrario, Ciberatenas no es menos virtual que la Nueva Babilonia, y fluye dentro de la dinámica de las tecnologías cibernéticas. Es como una ciudad dentro de una ciudad, un espacio virtual y autónomo contenido en el ciberimperio, que operaría con un espíritu más libre.

Ciberatenas seguiría siendo un ideal, mas no una utopía. Se describe a Ciberatenas como una posición subversiva pero a la vez mediadora, donde se busquen y se generen propuestas y proyectos alternativos a los del Ciberimperio. Como la antigua Atenas, en esta ciudad alternativa se debe tener la meta de forjar una cultura ilustrada, pero siempre con un constante sentido autocrítico (después de todo, Atenas nunca fue una ciudad perfecta). De manera satírica, los autores muestran un decálogo ciberateniense, donde se renuncia a postular verdades absolutas, se incita a investigar con apertura y buen humor, se niega la veracidad de las utopías y se hace una propuesta o proyecto por cada crítica al Ciberimperio.

(En la siguiente entrada voy a escribir el décalogo; vale la pena darle un vistazo.)

Así como lo entendí, la actitud del "ciberateniense" sería similar a la del "caballero de resignación infinita" de Kierkegaard, quien sabe que nunca alcanzará el ideal del individuo pleno, pero no por eso deja de buscarlo.

Ésa es la tesis principal del libro, y su propósito es el de incitar a la gente a crear "cibercultura" libre, abierta, comunitaria, crítica y propositiva. En el libro se analiza con mayor detalle la serie de nuevos mitos ciberculturales, que incluyen el cuerpo, el arte, la arquitectura, el conocimiento y la divinidad. También se indaga en las raíces del Ciberimperio y el "tecno-hermetismo", y se hacen propuestas acerca de cómo debe actuar el intelectual, el filósofo y el educador frente al digitalismo y sus tendencias imperialistas. Igualmente, los autores hacen un pequeño análisis acerca del uso de los géneros literarios como instrumentos de difusión y creación cibercultural.

Algo que particularmente me gustó mucho de este libro fue la inclusión de una especie de glosario, donde definen su propuesta a grandes rasgos, y lo dejan abierto para que la gente lo complemente, expanda y modifique de acuerdo con sus propias ideas.

Con el libro también se incluyó un CD-ROM que contiene artículos y textos complementarios de varios otros autores. También abrieron una página web en editorial Siruela dedicada al proyecto; pero de eso hace ya casi siete años. El sitio ya no existe y los escritores se han enfocado en otros proyectos que en muchos sentidos continúan con el espíritu de La Nueva Ciudad de Dios. En cualquier caso, las ideas esenciales de este libro siguen siendo bastante vigentes y cobran nuevos sentidos con fenómenos como la revolución opensource, la casi inminente caída de Microsoft y, en general, con los cambios políticos y económicos por los que atravesamos en estos momentos.

Realmente no había leído un libro tan estimulante en mucho tiempo. Expone ideas complejas de una manera muy clara, está firmemente clavado en la realidad, no es nada pretencioso, es erudito sin caer en la pedantería, muestra una actitud muy bienintencionada, participa del espíritu actual pero se deslinda y busca trascender el posmodernismo a través de sensatez pura. Además, incluye un centenar de referencias interesantísimas para continuar indagando en los múltiples temas que trata. Definitivamente es una lectura que recomendaría a todo mundo.

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